domingo, 4 de abril de 2021

 

No tengo nada en la mente que me resulte útil para mostrar, eso desencadena una cascada de banalidades, la boca vacía es una consecuencia. La mayor parte del día la gasto imaginando un futuro difuminado y ambiguo que probablemente nunca llegue a ser realidad. Me atoro a lo largo de la semana en ideales y suspiros, en sueños y utopías que hacen daño, así lo percibo, porque me estanco en una cloaca de pensamientos que al final resultan estar en el lugar correcto, pues el 95% suele ser mierda inodora, incolora, pero con un sabor a jarilla que se aloja en la garganta y allí permanece el resto del día, a veces duerme conmigo y despierta minutos después de que abro los ojos por la mañana.

El divague cuando tengo unas cervezas encima, sin la necesidad de estar borracho, es diferente. Ayer después de cierta película cuestioné algunos asuntos divinos que caben dentro de la palabra, arcaica, herejía. Fue así que me pregunté ¿por qué Dios nos creó mortales? Si él es inmortal, eterno, que no tuvo inicio ni tendrá fin. ¿qué parte de su amor, de su justicia, sabiduría y poder lo llevó a crear al hombre a su imagen, pero mortal? Si cuando veo a mi hijo reír me gustaría que viviera para siempre, que no muriera jamás. La biblia dice que la eternidad está en el corazón del hombre, pero ¿qué pasa con lo inmortal? La respuesta obvia que de inmediato se me presenta es que no fuimos creados así, eso no lo incluye nuestro albedrío y nunca lo incluyó, por lo tanto, no aspiramos a ello como una opción. Allí radica lo divino. Nada aparte de Dios llegó a ser inmortal, vaya, ni siquiera ángeles y en ese contexto también estaba incluido el hijo de Dios, Jesús; sin embargo, de acuerdo con la narrativa bíblica, después del sacrificio de Jesús aquí en la tierra, uno de los beneficios de su obediencia abnegada hacia su padre fue la inmortalidad. Los beneficios se extendieron también a sus apóstoles, excluido Judas, además de un número limitado de ungidos que fueron seleccionados de la tierra para gobernar con Jesús en un reinado milenario con sede en el cielo, los beneficios de ese reinado serían aplicados tanto en el cielo como en la tierra, teniendo concordancia con las palabras del “padre nuestro”: “Hágase tu voluntad tanto en el cielo así también sobre la tierra”. El número de esos escogidos para ser cogobernantes con cristo es de “144 000”, abriendo así un paréntesis extenso con varias preguntas y aclaraciones sobre cómo serían escogidos de entre todos los humanos los candidatos para ser eternos, ¿qué nos sucede al morir? ¿hay vida después de la muerte? ¿qué sucederá con los que no seamos escogidos para dicho galardón?, etc.

Cuando adán y Eva quebrantaron el mandamiento en el jardín del Edén, como consecuencia de esa emancipación manifiesta que arrojaron contra Dios al comer de dicho fruto, perdieron la perfección. Negando así a Dios el derecho que tenía para dirigirnos, para ser nuestro gobernante, nuestro Dios. Desde entonces el hombre ha intentado demostrar que es capaz de dirigir su paso, dejando atrás los rastros y la evidencia de su capacidad o de su incapacidad, como muchos lo ven. Nosotros al ser hijos de Adán y Eva hemos heredado ese pecado y con ello la imperfección y la muerte. ¿Quiere decir que antes de dicho evento los padres de toda la humanidad eran inmortales?, no lo creo así. Ellos tenían la juventud eterna y la muerte no los tocaba siempre y cuando ellos no la buscaran, porque si intentaban arrojarse a las entrañas de un volcán era obvio que perecerían, eso lleva a la conclusión de que no eran inmortales. En cambio, nosotros experimentamos la muerte por vejez, asesinato, enfermedades, accidentes, y eso es algo que ellos no conocían y que después de comer del fruto nos heredaron. Todo esto deja como residuo algunas preguntas como:¿Por qué tuvo que ser así? ¿Por qué darnos albedrío y luego poner enfrente la tentación? En este segmento mi fe me dicta que debo dejar de cuestionar.

Cito las palabras del profeta Habacuc “Oh, Jehová, ¿hasta cuándo? “¿Por qué toleras tanta opresión?” ¿Hasta cuando tengo que gritar por ayuda para que tú oigas?

Muchas personas enjauladas en la religión de sus ideas dicen que a Dios no se le debe cuestionar, sin embargo, después de que Habacuc le cuestionó de forma tan desesperada y enérgica, hasta cierto punto, Dios dirigió su atención hacia él y le dio una respuesta. No trato hacer apología de mi discutir. El derecho implícito en nuestra existencia es cuestionar, quedarnos callados es negar la semejanza que tenemos con Dios, rechazar ese aliento de vida que Dios le puso a aquel muñeco de barro desagradecido. Cuando llego a este grado de preguntas me doy cuenta de que me siento perdido, sin rumbo fijo, como ola impelida por el viento. Al final, a veces antes de quedar dormido, me humillo ante mi Dios y le ruego perdón, aunque la mayor parte del tiempo me olvido de él. Hay necesidades espirituales que nuestra imperfección no nos permite saciar. La espiritualidad es algo perfecto. ¿cómo puede un contenedor de barro frágil y fisurado contenerla? Por eso necesitamos aceptar esa parte de nuestro ser: la imperfección. Después podremos comprender que no podemos reflejar una espiritualidad perfecta, pero que sí puede resultar de agrado a Dios, como aquel dibujo que un hijo le hace a su padre como regalo, aun viendo que para nada es una obra de arte que se aproxime a la realidad, sin embargo, el esfuerzo manifiesto es suficiente para el padre. Es como si Dios aceptara nuestros garabatos sobre un papel llamado vida, siempre y cuando estén guiados por sus mandamientos, comprendiendo que somos incapaces de hacerlos de una manera cabal.

No quiero ni pretendo agraviar a alguien, muchas veces por eso me quedo callado, sobre todo porque es difícil andar por esta porción de mundo y encontrar a alguien con quien tener conversaciones de este tipo, triviales quizá, necesarias y olvidadas al mismo tiempo. Dando crédito a Nietzsche es cierto, tal vez, que Dios ha muerto, pero no de muerte natural por supuesto. Claro que para morir primero tuvo que estar vivo. Y si asignamos la muerte de Dios al mismo lugar que la muerte de un ser querido, sabiendo que cuando recordamos a ese ser querido es como si lo mantuviéramos vivo en nuestro interior. Tal vez la muerte de Dios no fue más que una oración para llenar un renglón vacío en una hoja de papel, al igual que lo son las letras en este pequeño texto. Y si quitamos ese Dios individual e interno y lo aceptamos como colectivo y universal, contemplando la vigencia de las religiones, las guerras actuales en nombre de “dios” disfrazadas y respaldadas por la geopolítica, podemos tomar todo eso como una evidencia cotejada ante la expresión de que Dios ha muerto. No, no ha muerto, solo está a la espera para manifestarse.

 Ya para terminar debo mencionar que al decir que Dios puede manifestarse es porque la muerte de Dios mencionada por Nietzsche (esto es un punto de vista muy personal sobre dicha frase, sin tratar de menospreciar a dicho personaje ¿Quién soy yo al final de cuentas?)  cabe dentro de la perspectiva que muchas personas tienen sobre Dios, y es que si comprendemos un poco después de una lectura bíblica notaremos que él tiene personalidad. Sin embargo, denominamos a Dios como una ser mágico, mítico, o una simple invención del hombre como explicación a las cosas metafísicas que hasta la actualidad le es difícil comprender y por lo tanto explicar. Mas yo creo que Dios es un ser real que está conformado de una física que no conocemos, se dice que es un espíritu, invisible por consecuencia, pero no podemos denostar su existencia con nuestra incapacidad de comprensión, hay muchas cosas en nuestro universo comprendido y explicado por la ciencia que no podemos ver y aun así podemos percibir: la luz, el aire, la gravedad, el tiempo, por mencionar algunos.  Creo firmemente que Dios habita en un universo diferente al nuestro, regido por leyes de una física superior a las que conocemos y de otras tantas que no. Tomo como indicio la oración del rey salomón “Si ni los cielos, ni siquiera el cielo de los cielos, pueden contenerte” … de aquí la idea, además de una lectura reforzada con otras obras de consulta. Un ser mágico sí puede habitar en nosotros como habita una idea, pero algo real no.

Muchas de las verdades dictaminadas pueden resultar ser una falacia, solo basta comer del fruto y querer demostrarlo. Lo imperfecto solo puede dar a luz cosas imperfectas. ¿hasta cuándo, entonces, seguiremos con esta existencia heredada, incompleta y precaria?

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