domingo, 28 de diciembre de 2014

ENSAYO DE UNA RUPTURA (PENSAMIENTOS DE CUATRO HORAS DE VIAJE EN AUTOBÚS)

(Estos pensamientos nacieron en un viaje de los autobuses Teziutecos, en el tramo San José Acateno- Teziutlán- Puebla Capital)

No te entiendo cuando leo tus cartas, no es por la ortografía, ni la puntuación. No es el inicio ni la despedida, no es el punto y coma que pones a merced de tus caprichos, ni la caligrafía que tienes. Nada tengo en contra del papel y la tinta, realmente nada por favor créeme. No quise decir todo esto por carta, caería yo en el mismo vicio del cual me quiero redimir y cómo quedaría yo después de eso, si después de esto que te digo ahora, sé muy bien que no querrás jamás volver a verme. Valoro mucho mi pasado, es como una bitácora en mi biblioteca. De allí retomo muchas  cosas, las recuerdo, las desempolvo y en ocasiones escarbo para guardarlas más en secreto. Por eso tengo tus cartas de estos dos años que llevamos de escribirnos y leernos, por eso conservo intactos los sobres blancos de papel bond con estampillas del tren poblano, resguardo tu fotografía junto a la mía, en aquella caja de metal que me obsequiaste y que veo cada vez que me siento a escribirte, situada en la esquina del ropero entre el baúl y el librero. Tu foto estuvo  por mucho tiempo en el cajón del buró, apenas hace unos días que la atesoré en la caja, el tiempo también comenzaba a arrugar tu piel en el papel fotográfico.
Bueno, no sé cómo decirlo y siento pena en verdad, pero hace tiempo que no aprecio la misma emoción al recibir tu carta, la abro con una rutina impropia y la leo como una verdad desvelada. La distancia ha cumplido su papel en nuestra relación  y la monotonía llegó a nuestras vidas prematuramente. No nos abatió de viejos bajo un mismo techo como alguna vez nos imaginamos, después de pasar la vida juntos, solo le bastaron dos años y meses para disgregar lo que al principio se unió bajo el cobijo de una emoción, y ni siquiera vivimos un día en la misma casa. Como todas las emociones, ésta fue hermosa y en particular ha sido la más duradera en mi vida. Don Raúl,  el cartero que me llevó cada una de tus cartas durante dos años, hasta hace mes y medio que lo dejé de ver porque lo ascendieron y movieron para la capital, él alguna vez me dijo:
Es bueno que se visiten de vez en cuando, que se vean y se platiquen de frente a frente. Mediante una carta se pueden tocar el alma cuando se leen, pero jamás podrás tocar su piel con tus letras, ni ver sus ojos, ni acariciar su pelo. No podrás hacer eso sobre la dura piel de la palabra.

Más que abordar el autobús, abordé el consejo y viajé cuatro horas hasta aquí. Cuando llegué a la central de autobuses de Puebla, seguía pensando en qué palabras decirte. Caminé hasta la fuente de los frailes y me senté a esperarte en el parque que está a un lado, te vi aparecer en la distancia y te aproximabas con rapidez, yo seguía sin saber qué decir, lo primero que se me ocurrió fue lo mismo que te dije en aquella fiesta, cuando te encontré en la sala, en medio de aquella bulla. Estabas sentada junto a los sillones, atrás de ti había  un cuadro pintado al óleo, una copia barata de Claude Monet…

(Después de pensar tantas cosas que decir, durante el cansado viaje, se congeló mi voz al verla frente a mí y no dije nada, ésta vez fue ella quien habló primero y si mal no recuerdo fue la última ocasión que nos hablamos)


- ¡Hola! ¿Llevas tiempo esperando? Discúlpame. ¿Qué tal estuvo tu viaje?
- ¡Hola! No te preocupes, el viaje estuvo bien ¿Conoces algún lugar donde podamos tomarnos un café y platicar?
- Claro, hay uno cerca, no necesitamos tomar la ruta, caminando llegamos en tres minutos. Perdóname que no haya respondido a tu carta, no he tenido mucho tiempo para pensar en una buena respuesta.
- Descuida, la verdad es que hace algún tiempo que no  te entiendo cuando leo tus cartas.
- ¿Como?
- No es por la ortografía ni la puntuación, no es el inicio ni la despedida… Te explico mejor cuando lleguemos al café…

(Se me enervó la piel, las fuerzas, el habla y la vista. Todo se consumía en aquel inflexible silencio. ¡Me mintió! fueron dos minutos con dos segundos hasta aquella cafetería, no los tres que me dijo; sin embargo en ese tiempo vinieron a mi mente más pensamientos que en las cuatro horas de recorrido. De haber sabido hubiera disfrutado el viaje)


Por: Víctor López (viktor_reader)







sábado, 27 de diciembre de 2014

MANOS MUDAS DE TANTO CALLAR TE QUIEROS

I took a star in a song pocket but says nothing and I says "we, we live without seeking"...was born the oldest street, at the last moment of kindness but not larger in the city of dangers.... random songs sound like fog down a city boiling a voice that tastes like salt and wound palate, nitrate in the lungs while I smoke.
 
Las historias de amor muchas veces te las cuentan otros
o las ves y algo, no sé qué, te hace pensar que tuviste tu propio mar en los ojos de alguien que te agarraba la mano y no preguntaba nada al respecto.

 
Son vacaciones de diciembre, hace una semana me encontraba con mi familia en la ciudad de Córdoba y ya saben cómo es; "Sobrino, ¡Que grandote estás!"; "Te ves más gordo"; "Te ves más delgado"; "¿Qué tal la carrera?"; "¿Y la novia?" -(No prima, no hay novia. Sólo es sexo casual)- En fin, épocas donde tus más oscuros dotes de actor deben salir a flote y evitar preguntas más profundas.
 
Lo mío sería que dejáramos las apariencias y los besitos tímidos mientras iniciamos la cena en casa de la abuela, pero no, hay que sonreír a quién entre por la puta puerta y preguntarle cualquier cosa estúpida, inútil e irrelevante justo cuando se sienta a la mesa. Y tener que aguantar a tus primos gritando ¡Feliz navidad Manu! e ir a dar un abrazo que no sabe a nada, que no reconforta ni ayuda. Que no es más que la acción que dicta el comportamiento social. Un abrazo que se minimiza y se esfuma entre la mierda del resto del año. Carcajadas que retumban como lamentos, gritos publicitarios y la felicidad que viene en botellas con la leyenda "Coca-Cola"
 
Estaba cansado ya de aquel dolor sepulcral en el pecho, decidí salir, mirar la cielo y buscar las causas. Harto de la máscara y el antifaz....Miré al cielo y dije: "Dispara, si tiene huevos".
 
Salió mi prima y quiso platicarme algo. Me decía algo sobre su infancia y que se acordaba que cuando estábamos en la niñez solíamos jugar todos juntos y no estar tanto en casa. "Pudiste haber crecido de otra manera, pero tu mamá igual hubiera muerto"-Le dije- ....No la volví a ver en toda la noche. Lo sé fue cruel, pero nadie aguanta ya la verdad.
 
 
Lo que mucha gente no entiende es que la nostalgia también es hermosa, pero no lleva sus mejores ropas en navidad, ni huele a manzana y canela, la nostalgia no se llena de hipocresía...Nunca. Prefiero sus cielos nublados y de diluvio a esta mierda de cielo despejado.
 
Me he vuelto desinteresadamente sombrío, he perdido el ánimo y las gracias, y no puedo domesticar el lado salvaje de las palabras porque sería como escribir sin sentimiento. La única apuesta que hice era un todo o nada. La gente me pregunta: ¿Qué te pasa? y a mí me parece tan sencillo que casi me cabrea la redundancia de su pregunta. Que no soy feliz. Eso es lo que me pasa. 
Este disfraz alquilado que soy yo no traía consigo una sonrisa, así que es un poco como desnudarme pero con muchas heridas y ningún orgasmo.
Imposible delante de la familia.

 
No quería que fuese así. Pero hay tantas cosas que nunca salen como querríamos. Tantas personas que tampoco. Vives en una orgía y extrañas hacerte una paja. Así todos los días.
 
El año está acabando y es imposible no pensar en todas las cosas que pasaron. Encontré mucho más de lo que estaba buscando.
porque lo importante es recordar el camino y sus curvas,
las piedras que lanzaste al vacío vuelven con efecto boomerang y las señales de humo se confunden con un día de neblina.
La temeridad solo sabe medirse en pasos, y la valentía
es todo eso que aprendes después de haber salido corriendo unas cuantas veces mientras otros se quedaban luchando.

Escribo para no olvidar que hay deudas pendientes, y precipicios y gente que va y que viene con su roce de caricias y miradas mientras doblas una esquina de tu vida
como si fuera una página que quisieras recordar.

El tiempo sigue, no distingo si hacia adelante o hacia atrás,
encontré mucho más de lo que buscaba, el resto no importa: Me tengo a mi, tengo familia, tengo amigos y una compañera en mi vida que, de entre todos los corazones de la gente, eligió el mío.

 
 
Gracias por el dolor, por haberme hecho tragármelo.
Por haberme obligado a digerir derrotas, decepciones e imposibilidades. Por el escozor de heridas inconclusas.

Gracias por el amor. Por saber que he amado. Que todavía lo hago. Que nadie podrá impedírmelo jamás. Y no pienso ser ya más mi rival ni mi enemigo. Todo eso se acabó. Voy a querer sin cláusulas ni contratos. Gracias, insisto, por el amor.
 
Por lo demás, en lo que a mí respecta, te puedes ir a la puta mierda, maldito 2014
 


sonrío, me enciendo un cigarro y pienso:
¿De verdad voy a publicar esto?

 
Escrito Por: Luis Manuel "Manu" Fernández
@IronManuMK17
 






 









domingo, 21 de diciembre de 2014

RECUERDOS DE UNA BOCA



Existía un beso viviendo de intruso en aquella casa. Se mimetizaba en el musgo de las paredes del jardín, en los recovecos del corredor que llevaba a su recámara, se escondía tras las macetas que colgaban en los ventanales; frente a la cocina. Cuando todo era callado y ausente en la casa, hasta el beso aquel se volvía vespertino y dormía la siesta en alguna madriguera, por algún lugar. En esos momentos yo reflexionaba en la influencia que él ejercía sobre mí, razonaba en lo incorrecto de aquella situación sentimental, incluso en ocasiones abandoné la casa para no seguir pecando contra mi voluntad, aunque siendo sincero no voy a engañar a nadie, solo a mí; lo hacía para parecer más bohemio y nostálgico y así atraer más su atención. Una mañana de octubre descubrí que  ese beso esquivo, intruso y marrullero hacia nido en mi mente y los trucos que el urdía y sigilosamente soplaba en mi oído, daban resultado. Ella inocente y enamorada se recostaba entre mis brazos y desenredaba, de hebra en hebra, cada hilo de su alma y amor por mí. Cuando mi oído estaba endulzado con la miel de sus palabras, el beso aquel salía por mi otro oído y se agazapaba en algún lugar de los que estaba acostumbrado a atrincherarse. Desde lejos nos veía y contemplaba cuando nuestros labios se unían en una ignominia de sentimientos aflorados y desparramados. Todo el interior de aquella casa fría; desde las sillas, el comedor, los sillones, los cuadros en la pared, eran testigos inertes y muertos de un crimen pasional, que se vestía del amor pulcro que en algún momento lo fue, pero poco a poco se había ido contaminando con pensamientos, con deseos vehementes incrustados en piel y carne, despojando al espíritu de fuerza y voluntad, volviéndolo un rehén dentro del mismo cuerpo que habitaba.  Decidí ponerle de pseudónimo "beso"  al narrador equisciente que desde el principio fue escribiendo nuestra historia, mientras ella y yo redactábamos de rato en rato, en tardes de llovizna y neblina, en mañanas de frio y aguanieve, momentos que despertaban después de hibernar por una noche, que despuntaban como no lo hacia el sol en aquellas mañanas gélidas y frívolas a los sucesos, que detrás de los vidrios pañosos de las ventanas y las puertas amanecían. Debo aceptar con humildad que aquellos momentos emitían luz en mis adentros y no existía futuro sin ella, ¿Qué sería si lo negara?  ¡Un blandengue más derrochando orgullo!  El beso, de qué otra manera llamarle a esa nuestra historia escrita sin tinta y al aire. ¿Por qué no llamarle beso al rubor que se pintó en su rostro al confesar que yo fui el primero en tocar sus labios vírgenes?  ¿Por qué no llamarles beso a todas aquellas caricias y los flirteos con lo prohibido? ¿Por qué no llamarle beso al estruendo entre su boca y la mía, escondido en una colisión sigilosa contra los muros de la casa?

Un día el beso aquel nos otorgó un último encuentro, fue una tarde demasiado soleada pero fresca bajo las sombras de los encinos que cubrían el patio; sin embargo entre abrazos y caricias la volvimos la noche más oscura de nuestras vidas. Todo era silencio, nada se habló en ese encuentro, pero demasiadas cosas tuvieron una cabal explicación y una vez consumado aquel falaz momento, después de ella y después de mí, la vida ya no siguió igual. Logramos mezclar el agua y el aceite en un fluido homogéneo, todo eso en un abrazo largo, pero al soltarnos la separación inicio como algo inevitable, más vertiginoso que el proceso de descubrirnos y acercarnos tantas veces, facilitando la eclosión de besos como hierba verde brotando en el campo. Como hierba fuimos, como lo he leído tantas veces: hoy estamos y mañana  ya no. Como desde aquí la pienso, como a diario la recuerdo: ayer estuvimos y hoy ya no.

Por: Víctor López  (@viktor_reader)

sábado, 20 de diciembre de 2014

DÍA 830: ESTO SIGUE SIENDO UNA VIDA DE MIERDA.


¿El amor es un invento o un descubrimiento? Hace poco que escribí esta pregunta en twitter. Como yo no estaba seguro de mi respuesta tuve que consultar el diccionario y esto fue lo que encontré:

Amor, s. Insania temporaria curable mediante el matrimonio, o
alejando al paciente de las influencias bajo las cuales ha contraído el
mal. Esta enfermedad, como las caries y muchas otras, sólo se expande
entre las razas civilizadas que viven en condiciones artificiales; las
naciones bárbaras, que respiran el aire puro y comen alimentos sencillos,
son inmunes a su devastación. A veces es fatal, aunque más frecuentemente
para el médico que para el enfermo.


-"El Diccionario Del Diablo" / Ambrose Bierce.

Tenías razón Emir...El amor es un estado de la mente.


Como sea, hoy quise escribir pero aquí hace tanta soledad que las palabras ya se están suicidando.

Dejaré hoy que la música hable por mi, aquí abajo encontrarán el link.  


Flores sobre las Piedras/ Austin TV






Escrito Por: Luis Manuel "Manu" Fernández
@IronManuMK17

jueves, 18 de diciembre de 2014

TRASCENDENCIA PARTE II. SANGRE.



Se acerca el nuevo sol,
Comienza la nueva tradición,
Aprovechando fiestas nórdicas,
Para ocultar la ocasión.

Me encuentro en el fuego,
Respirando  espíritus eternos,
Que curan la llaga más ardiente,
Disipo con mi mente,
la salud de la corriente.

Mi herencia es el Tonalli,
Con él curo todas las tristezas,
Sano los órganos y la ira,
Limpio  espíritus y rarezas,
Expulso  impuras promesas.

Soy el nuevo Tlashiua,
Soy la bestia infinita.

Soy el pájaro serpiente,
Soy la esperanza marchita.

Soy el nuevo Teotl
Me llamo Hue Hue Coatl.





Autor: hijo del ultimo pájaro serpiente que habita en los chilacayotes.




miércoles, 17 de diciembre de 2014

VACÍO EN LA PARROQUIA.

Digamos que llegué a esa catedral por algún azar del destino. Digo, no es por ocultar algo, simplemente no recuerdo la razón por la que fui a dicho lugar. Era una tarde fría, limpia, sin nubes y con un ambiente que nos recuerda esos inviernos de infancia en los que un tazón de chocolate es el abrigo más cálido que podemos encontrar. Pese a mis frecuentes momentos de rebeldía eclesiástica decidí visitar la parroquia del barrio. Una parroquia simple pero con una característica arquitectónica peculiar que la hace llamativa; dentro de ésta se encuentran matices y detalles dorados que se conjugan con la pulcritud y el silencio del lugar para hacerlo un templo de la instrospección. Fui a pensar, a estar conmigo mismo y así poder tener la mente en claro y resolver todas aquellas incógnitas de la vida que me atormentaban.

Llegué al lugar y me di cuenta que no había ni un alma… situación chistosa para ser una parroquia, aunque hubiese sido más chistosa de ser un campo santo… Ya saben por aquello del alma. Para mí eso estaba perfecto, que mejor que encontrarme a solas en ese gran templo de la mente conmigo mismo y no con alguien más. Ni siquiera estaban esos que sólo van a minimizar sus culpas para después salir a la sociedad a juzgar y castigar con la palabra todo aquello que rebasa su comprensión; esos dobles morales que se la viven rezándole a Dios porque se creen muy puros, pero son los primeros en lanzar la piedra contra el caído, aunque ellos no estén libres de pecado. Tampoco se encontraban aquellos a los que llevan a fuerza, los iletrados ateos de moda… porque, digo, para ser ateo al menos debes conocer o tener una lectura completa de la ideología de cualquier religión. No basta con andar pregonando la frase tan desgastada de Nietzsche «Dios ha muerto» para que te creas el gran enemigo de Dios en el mundo o el más despierto del planeta; porque lo más probable es que no sepas a que se refería ese tal Nietzsche cuando se le ocurrió dicha perorata.

Me encontraba metido en esos pensamientos cuando me distrajo una voz: «¿Es usted el pariente del muertito?» volví la mirada al frente para encontrar a un sacerdote que se dirigía a mí desde el altar de la parroquia. «¿Mío? No, no lo es. Al menos no del que habla» miró alrededor tratando de encontrar otra alma en ese lugar y no encontró a nadie; insisto chistoso para ser una parroquia, aunque hubiese sido más chistoso de ser un campo santo. «Lo que pasa es que alguien pago una misa de año luctuoso pero al parecer no vino ni un pariente de éste… pero bueno, ya que estás aquí que empiece la misa».

El padre habló, no sé sobre qué, no lo podía escuchar porque pensaba ¿Quién carajos paga una misa de año luctuoso para un familiar y no asiste a ella? Es más ¿Quién carajos paga una misa? Tal vez fue alguno de sus hijos que se encontraba atrapado en la cruda moral por el mal trato que le brindo en vida a su padre y que hoy pagó una misa de año luctuoso para callar un poco a su conciencia; sin embargo esa conciencia no lo había dejado en paz y al final fue derrotado por la misma y prefirió no asistir… o tal vez lo contrario, igual y era una hija que no podía perdonar a su padre por la infame vida que le dio en la infancia, posteriormente en la adolescencia abandonó a la familia para construir otra, dejándolos solos y a la deriva; al final la hija en un acto de misericordia decidió perdonar a su viejo y le pago una misa de año luctuoso, pero no resistió el coraje que le hacían sentir esos recuerdos de maltrato y decidió no ir. Pueden ser muchas historias. Dicha situación que estaba viviendo me hacía sentir muy raro, el muerto era como yo; o yo era como el muerto; así me sentía de solo, ¿Cuánto ha pasado desde que hable con mis padres? ya ni se diga de cuánto tiempo tengo sin saber de mis hermanos. Tal vez 7 o 10 años, incluso más; me percate que terminaría como el muerto, alguien a quien le pagan un año luctuoso por pena a la que nadie asiste más que un desconocido y un sacerdote al que le importa muy poco quien es «El muertito», porque cabe mencionar que ni su nombre dijo mientras avanzaba la misa. Después me sentí peor porque descubrí que yo sin estar muerto ya me encontraba solo, sin que alguien me acompañará a algo, ni siquiera a tomar un café o a probar alimentos a la hora de comer; ni siquiera para ir a una de esas fiestas de parientes lejanos a la que nadie quiere asistir... Pero que tristeza me trajo esa tarde la parroquia, Tome mi chamarra y salí del lugar, ya había terminado la misa para ese momento.


Al  final, quiero pensar que el muerto pidió su propia misa de año luctuoso sabiendo que no llegaría nadie más que un desconocido al que le jugaría una buena broma mental y que en algún lugar, en el que el tiempo y el espacio es desconocido para nosotros, tengo a un amigo, del cual no se su nombre, ni su edad, ni siquiera como murió o a qué se dedicaba mientras vivía, pero es mi amigo… porque tal vez nos encontrábamos solos, a excepción del momento en el que nos acompañamos  mutuamente en su misa de año luctuoso. 





Escrito por: Emir Dassaet Zarate Acevedo. (@Dassir1)








domingo, 14 de diciembre de 2014

SUEÑOS DE PRECOGNICIÓN


De los incontables sueños que me aquejan por la noche y por la mañana me liberan, pocos en realidad son lo que dejan huella. Recuerdo soñar árboles, viajar por un sendero amplio y limpio y al término de aquel bosque de árboles sin identificar, un potrero continuaba. súbditamente el camino se volvía de arena blanca y el potrero extenso reverdecía bajo un sol que acariciaba suave la piel, no la quemaba, por el contrario se sentía más nutrida al caminar bajo las lisonjas de su luz. También recuerdo un rio, aunque no lo ubico, quizás al final del potrero o al principio del bosque, pero jamás en medio. La sensación de frescura de sus aguas aun recorre mi cara al despertar, por eso recuerdo bien un rio, aunque me enardece no recordar su ubicación. Desde hace años que esporádicamente me sobreviene este sueño, no logro dar con la razón de su presencia, o por qué se enseña cuando menos lo espero, pero la verdad es que me transmite paz mientras lo vivo dormido, en ocasiones me sucede mientras estoy despierto, por eso he perdido la cuenta de las ocasiones que llega, porque aúno el sueño con su recuerdo.
Desde que me caí del guayabo cuando tenía cinco años me surgió el vértigo a las alturas, más intenso cuando no veo el piso. Yo al contrario de los mitos  debo tener perspectiva de la caída para no ser presa de la altura. Quién diría que mi trabajo seria, en un futuro, precisamente andar elevado del suelo. A partir de entonces el vértigo desapareció, en realidad no lo note hasta que otro sueño recurrente a causa de la caída del árbol desapareció también. Este sueño con las alturas tenia variaciones entre un sueño y otro, pero con la misma sensación que dejaba el sabor de las tripas en el pecho, casi saliendo por la garganta, y el despertar aferrado a las sábanas a mitad de cama. En ocasiones, y el más frecuente, era el sueño en el cuarto obscuro con un solo banco de madera y yo sobre él, no sentado como suelen sentarse las personas sino de cuclillas, mirando hacia abajo, tratando de encontrar el suelo  pero siendo inútil contemplarlo, dando la impresión de estar a cientos de metros de piso firme, todo mientras un haz de luz me ilumina solo a mí. Alrededor no veo nada ni hay nada que mirar, todo es una completa negrura más allá del banco. Es entonces cuando, así de la nada, el banco se acuna y comienza a caer; siento el desplome desde la cima de un pino altísimo directo a las bruces de un abismo infinito. Eso empeora la sensación de las tripas  y termina con el aferro a las sabanas al despertar. Una variación del sueño es que  me columpio de una soga que está suspendida de una nube y que la tierra la entreveo en una escena que quizá solo Dios a diario la vea sin el miedo a caer, porque algo en mi inconsciente me afirma que no hay ave alguna surcando los cielos que pueda volar a esa altura. La sensación es la misma y el despertar el mismo, con la diferencia que esta ocasión alguien me balancea desde aquella nube con total consentimiento mío.  Hace tiempo que este sueño desapareció de mis noches, quizá porque yo lo suprimí, la próxima vez que lo sueñe, pensaba, no tendré miedo, diré que no es real y me armaré de valor para dejarlo ir como lo que es, un fugaz sueño que me inhibe solo diez segundos de dormir placentero y después se esfuma. En ocasiones presiento que volverá pero no se presenta o lo mas probable es que no lo recuerdo al despertar.
Una ocasión soñé a don Boni, quien en vida fuera el padrino de mi hermano, estaba bajo la sombra de un árbol, creo era el árbol de mango o de aguacate en la esquina de su casa. Junto a él estaba su esposa, doña Fernanda, quien se crió a mi hermano desde que mi mamá se fue a trabajar a México. Me invade una tristeza inenarrable al pensar que mis cuatro hermanos mayores se quedaron repartidos. Mi hermana, la mayor de todos; con mi tía abuela, mi hermano menor de ellos cuatro;  con su madrina y los dos de en medio con mi abuela. Mi tío, quien vivía con mi abuela, era un tirano que los maltrataba. A pesar de todos los golpes a  mis hermanos el segundo mayor le agradecerá siempre que le enseño el oficio de panadero. Tal vez por eso mis hermanos son alejados de mi madre. No comprendo por qué desarrollé el mismo hábito de disyunción de ella, si a mí como a mis seis hermanos restantes jamás nos abandonó.  No hubo conversación alguna en ese sueño extinto, solo se presentó una vez en mi vida hasta la fecha que lo estoy contando. Parecía una fotografía en realidad, y mientras lo contemplaba se erizaba mi piel con un aire de antaño y peregrino  que soplaba de frente y me despeinaba. Podía sentir el desliz de la brisa por mis poros y casi lo veía corriendo entre las matas altas de bambú y tarro, entre las hojas de la planta de banana silvestre, el árbol de chalahuites y consolando al arbolito de durazno que jamás daba fruto bueno; siempre se quedaban tiernos los duraznos y de un día para otro se precipitaban al suelo o comenzaban a pudrirse si razón alguna, aún prendidos en las ramas del árbol. Podía oler el aire embarrado con aroma de tierra de monte, por eso era espeso y casi perceptible, pasaba a través de las rendijas de la casa hecha de costeras de madera y tarros apolillados, se escabullía casi sin dejar rastro de su presencia  pero dejando estelas de olor en el ambiente, apenas perceptibles. A pesar de todo no recuerdo ver las hojas moverse por el aire aunque llegaba con un flujo continuo, no se movía el delantal que siempre usaba doña Fernanda. Nada se movía en aquel sueño exánime, solo el viento y yo a través de él. Me preocupé en verdad cuando recordé este sueño ¿que significaría soñar con una persona que jamás conocí, pero que en un sueño se manifestaba  como alguien que llevaba años conociendo? Este recuerdo llegó después de soñar con paulina, después de robarle un beso clandestino en un sueño de la misma índole, fue como una prospección, pero morosa, de aquel beso  que no vio la luz sino la oscuridad abrigada de unos juegos, en la vida real, bajo el arbusto de la limonaria; mientras jugábamos de noche a las escondidas. Pero este beso de ensueño, no por la emoción de tocar sus labios vírgenes sino por la melancolía del sueño en sí, tuvo lugar junto al lindero del terreno baldío frente a nuestras casas. Aunque en el sueño ya éramos  adultos, no unos simples niños jugando a esconderse, sino unos adultos que se escondían por la alevosía de una infidelidad. Yo quería un beso a como diera lugar de paulina, a pesar que la culpa maceraba mi conciencia por el hecho de ser desleal a mi esposa, aunque fuera en un sueño. Al despertar sentía el rezago de aquella traición precaria y después del café y un beso confesé a mi esposa el sueño. Terminé a sorbos lerdos mi café y seguí pensando en paulina, me intrigaba y me preguntaba qué recuerdo de ella cultivo en mí el pensamiento que me llevo a soñarla ¿Había llegado esporádicamente como el sueño del bosque y el potrero? ¿Habría sido ella quien me recordó y de alguna forma metafísica, abstracta o totalmente fundada  pero ignota me llego su recuerdo sin percibirlo despierto, pero sí mientras dormía? Recapitule mis sueños para encontrar una secuencia o lógica en ellos. Era pasmoso que a pesar de estar despierto siguiera tan ligado a mi estado de dormido, y es que con cuanta frecuencia sucede que, por la mañana, un sueño casi fresco se vuelve tan esquivo y huye de la memoria volviéndose inescrutable; y yo quería recordarlos todos a la vez. Solo tuve que recordar dos más: el sueño donde Javo, mi amigo el alcohólico, me saludaba desde la banqueta de su casa. Lo contemplé demacrado y amarillo por culpa de la cirrosis y la hepatitis que le había resultado de meses enteros de borrachera, me dio escalofrío recordarlo así en sus peores momentos. Por ultimo a mi memoria llego el sueño de mi abuela; me vi otra vez cavando en el cementerio la fosa para su tumba, me sentí rodeado de ausencias, de personas que llegaban tarde y desde lejos como suele pasar en las muertes inesperadas, las que no son tan anunciadas como en la crónica de Márquez, pero que si son esperadas y divisadas desde lejos, tan lejos como está la niñez de la senectud o tan cerca, tal vez, cuando no alcanza la vida, cuando no es suficiente, cuando se anhela que el hombre debería ser eterno como al principio lo fue. Con la resurrección de ese recuerdo de mi abuela se contrajo mi pupila, como si pasara de un cuarto en penumbra a un exterior totalmente sofocado por una luminosidad extenuante  para mis ojos. ¡Todos están muertos! Pensé en voz alta, mientras una mirada aturdida de mi esposa me daba la misma razón que se le da a un loco. Hasta ese momento de lucidez me levante de la silla y abandone la cocina sin dar explicación. Mi esposa preguntó si me sentía bien, incluso me tocó la frente para corroborarlo, aunque yo no recuerdo que ella me dijera o hiciera algo después de yo encontrar la relación de los sueños. Por inercia agarre mi mochila y Salí de la casa con dirección al trabajo, al cerrar la puerta de mi casa, que da a la calle, dirigí la mirada a la casa de ella; que alivio sentí cuando vi salir a Paulina. Nos saludamos, desde lejos, indiferentes como solíamos hacer desde hace años, pero por una extraña razón  ella se detuvo a esperarme y nos acompañamos, nos hicimos preguntas típicas de personas que no se han visto en años, a pesar que tres o cuatro veces a la semana coincidíamos en la calle y nos saludábamos con una pequeña sonrisa fingida y volátil. Cuando nos separamos en la esquina, me detuve a mirarla marcharse y pensé dentro de mí, muy dentro, tal vez en el corazón ¡Al menos no bese a un muerto en mi sueño! Jamás imagine que si hubiera esperado unos segundos más y la hubiera seguido contemplando, al momento que ella iba a cruzar la siguiente esquina, el conductor de un auto pequeño se distrajera  con la falda de mariana, la dama de noche que volvía del bar como todas las mañanas de sábado, y por la lujuria de esa mirada se subiría a la banqueta tomando a paulina desprevenida; inocente y ajena a aquel suceso que le arrebataría la vida de un golpe literalmente. Me entere por la tarde de su muerte cuando volvía del trabajo, por boca de su primo. Me apresuré a llegar a mi casa y apenas cerré la puerta me puse a llorar. Mi esposa me encontró en la sala y totalmente preocupada me pregunto qué me sucedía, mientras me abrazaba. Con palabras intermitentes  le respondí: ¡Jamás salgo de la casa con la idea de encontrarme a alguien y saludarlo por última vez! Ya te enteraste, respondió mi esposa con una empatía inédita, como si sintiera en su corazón la dolencia que estaba experimentando el mío por la recién pérdida de la mujer que jamás ame, que nunca fue mi novia, pero que siempre quise con el cariño que solo un niño de once años puede desplegar a partir de la total inocencia de un primer beso anticuado, con el sabor de un beso aferrado a los labios de un sueño reciente, de los que jamás olvidas porque son el antecesor común de todos los besos que puedes dar en tu vida.

por: Víctor López (viktor_reader)

sábado, 13 de diciembre de 2014

Destierro.




¡Hey tú! ¡Sí, el que está leyendo!... Si no estás listo para que te hablen de soledad y verdad, si no te gusta leer historias largas y melancólicas es mejor que pares ahora, dejes de leer y te vayas a la mierda.



Si sigues leyendo esto entonces Bienvenido, y como dijo aquel escritor que no debí leer jamás en mi puta vida: “Voy a dejar constancia de este amor en un buen poema. Remangaros las faldas, Señoras mías, vamos a atravesar el infierno”



¿Qué será más inútil? ¿La esperanza o las palabras? Duda masticada ya en varias noches de insomnio que he tomado la decisión de dejar al lector que él decida. Tomé la decisión gracias a un aparato que todos nosotros tenemos con el cuál pensamos que pensamos; Cerebro le dicen.



Desde secundaria me ha gustado escribir, pero llegué a un punto donde pude darme cuenta que en realidad escribo para mí, para dejar escapar toda la mierda que agobia mi vida y que apenas me deja respirar, ¿Por qué digo esto? Bueno, tal vez eres de esos lectores que siempre buscan entre líneas y quieren que la historia se enlace en su vida, que les cuente algo, que les diga lo que ellos siempre han querido escuchar mientras asientan estúpidamente con la cabeza mientras beben un café barato. Si eres de esos, es simplemente por las preguntas que hice al principio. Ahora sonríe, piensa que lo comprendes, asienta con la cabeza, bebe tu café y recomienda esto a las personas que van a entender menos que tú.



Pues bien, cuando supe mi inesperado gusto por escribir y después de dos poemas me di cuenta que en realidad toda mi vida había querido ser ingeniero. Pensé que lo mejor sería salir corriendo, dejar a las malditas letras en paz y tiempo después, ya que estaba enamorado de ellas, me agobian pensamientos como ¿Me extrañarán? ¿Tendrán alguna duda sobre trigonometría o cálculo? ¿Estarán bien en ese cajón? Y entonces yo quería ser ese Testimonio que da el Homo Creator de la sólida construcción y elegante acabado del Deus Creatus. Forma popular de la abyección que contiene un elemento de orgullo….Adorarlas, si eso, yo quería adorarlas.



Siempre tuve la idea de que uno está triste porque afuera todo es hermoso. Los queridos amigos tan desconocidos ayer y mañana, la gente que no era más que una nimia incidencia en el lugar y en el momento, tantas tardes de profundos pensamientos y de bajar, bajar solo, salir a la calle, salir solo, hasta la esquina, la esquina sola, mi café preferido de mi ciudad “Café-Galería el Santuario” y el café solo, sentarse en una banca donde sólo se podía estar solo. Y quizá a partir de ese momento empecé a encontrarme (¿O a buscarme?)



Y sólo lo pensaba, desde secundaria me había jurado a mí mismo no volver a escribir nada, y aquí sigo, 5to semestre de la carrera y me empeño en encontrar algo entre las líneas que escribo, la esperanza de un espejo literario que me haga feliz….o rico. Y hay días en los que no puedo dejar de pensar en todo eso que me impide pensar... “parámetros consecuentes... es esencial superar... recuperación de beneficios... índices operacionales... lo que ofrece una prueba...Es solo un prototipo…la logística utilizada…Toyota…y en consecuencia los árboles de mínima expansión…con la teoría de decisiones…propiedad markoviana…” No sé lo que ocurre aquí. Todos Parecen hablar en un idioma extraño que aprendí y apenas recuerdo. Palabras, palabras y más palabras mientras garabateo algo en mis hojas de apuntes y ya no pienso, no quiero, prefiero dejarme llevar…es una batalla perdida contra el subconsciente y cuando empiezo la marcha: ¡Fernández! ¿Podríamos utilizar cadenas de markov para estudiar el modelo de producción Toyota?



Y yo contesto de forma automática, sin importar si estoy en lo correcto…Todos notan que estaba distraído, que mi presencia era solo en cuerpo y no en mente…Explico algo sobre principios de Flujo, Tracción y Cadencia del Lean Manufacturing, hablo del just in time, heijunja, jidoka, genchi genbutsu, hansei y kaisen. Ahora todos me miran de otra forma, estoy hablando su idioma, demuestro que no solo son palabras sino que lo llevo a otro plano y sin embargo no dejo de pensar en qué mierda voy a publicar este sábado.



La inge me felicita, toma mis hojas y las ve de una manera extraña, pone su firma y un +3 en nota definitiva. Sólo es demasiado tarde cuando las cosas son definitivas -Pienso- . Pero en el fondo sé que todo es falso, que estoy ya lejos de lo que acaba de ocurrirme.

 Ahora que escribo está un tipo al piano, llamado “Chilly Gonzales” interpretando una hermosa versión de “Something about us” de Daft Punk, la lluvia pegando contra mi ventana, el olor a cigarrillos, en fin, literatura. Ninguna Amiga mía se ha suicidado hasta ahora, aunque mi orgullo sangre al decirlo. De manera que si consigo suficiente heroísmo para dejar de escribir esta noche o mañana, aquí no ha pasado nada, y si lo consigo, que no creo, me prometeré una cosa: Acordarme de ellas a cada instante, a último momento para que sea todavía más amargo. Recordarlas en ese cafecito triste en el que se está tan bien, llorar cara a cara con aquel que quiera escucharme, pero llorar y no ser ese hipo barato que se aprende en el cine. (Cortázar)
¿Qué es tan atractivo de la convivencia que todos quieren hablar y saber de algo? Cierto día, unos compañeros estaban platicando en uno de los jardines sobre fábricas, política y producción. Yo estaba recargado en el tronco de un árbol escribiendo un pequeño “Prototipo” (¡Mierda!) de poema. Cuando escuché lo estúpida que era esa plática busqué mis audífonos y no los encontré; ¡Puta madre! Me dije a mi mismo mientras rayaba casi la mitad del poema. Tuve que escuchar a esos grandísimos pendejos que seguro terminaran de subordinados. Estaba tan centrado en lo mío que una compañera tuvo que repetir mi nombre dos veces, ella me preguntó mi opinión y dije: A pesar de lo que piensen los políticos, o mejor dicho, lo que dicen que piensan, lo cierto es que lo de la falta de empleo es algo que no se tiene en cuenta a la hora de abrir o cerrar una fábrica. Así que lo que habría que preguntarse es para qué se construyó la fábrica. Evidentemente, para producir y ganar dinero. ¿A quién le importa un obrero que apenas tiene la primaria terminada? A nadie…Sonreí y seguí escribiendo. Por un momento, me sentí satisfecho. Sin embargo, la sensación duró poco; no sé por qué me daba que había algo que no encajaba. .. Si el objetivo fuese el de producir eficientemente un bien para ganar dinero…. ¿cómo es que la Volkswagen dejó de fabricar el escarabajo?

 Me acuerdo, con una nitidez fuera del tiempo, de los cafés de mi ciudad en que por unas horas conseguía librarme de la familia y las obligaciones, entraba en un territorio de humo y confianza conmigo y los amigos, accedíamos a algo que nos confortaba en lo precario, algo que nos prometía una especie de inmortalidad. La calle, después, era como una expulsión, siempre. A casa que es tarde, al examen de mañana, a la chica que nos gustaba, que se peinaba de una manera tan bonita o qué vivía lejos y que jamás nos haría caso. No hay remedio.

A veces se apodera de mí la necesidad de alzar un muro por la independencia con una frase a modo de esquela que solo diga: No necesitas a nadie.... Qué bien se siente verse a uno mismo creyéndose sus propias mentiras, ¿no?

 Tal vez no sean las mentiras, sino las verdades que me callo, mis malditas pistas entre lo que escribo de asesino en serio, y entonces empiezo a desempolvar el cartel que dice “Estoy bien, cerrado por vacaciones” como si a alguien le importara o como si alguien fuera lo suficientemente valiente como para llegar a leer hasta este punto. ¿De quién es la culpa?, ¿De quién no tira el penalti o de quién lo falla?

¿A cuántos amaneceres estoy de ti, felicidad? Le pregunto todas las mañanas a mis ojeras. Nunca me responden. Hasta qué punto yo y hasta qué puta la vida si no tengo nada que decir en lo que escribo.

 Hubo un tiempo en que solía mandar pequeños mensajitos de amor a aquella chica que me gustaba. Algo en plan de: “He visto como el amanecer de tus ojos entraba por mi ventana y me he asomado a la calle a ver si pasabas. Y de paso mirarte el culo.” Lo sé, a veces uno nace siendo un romántico de primera y no hay nada que hacer.

Les pido perdón por la soledad, es elegida. No tanto como una elección sino más bien como un pacto, algo que implica y concede, un pozo de ambición y tristeza que trato de no mostrar en el día a día, ni en el paso a paso, ni en el toco a fondo. La sonrisa no es fingida, ni la resignación impuesta.

 ¿Cuándo me quitaré esa estúpida forma de escribir por párrafos? Se está cerrando el año y es como cerrar bares sin que te echen y volver sólo a casa. Sigo sin saber qué escribir cuando no te escribo a ti. Y el frío con el que juego a no olvidarte se ríe en mi puta cara. ¿Qué mierda estoy escribiendo? (Ctrl+e y después suprimir) No sé, no sé, quizá solo estoy intentando dejar que la mente y las palabras divaguen, tal vez enserio no sé escribir de otra cosa que no sea el desamor, o quizá soy muy malo para escribir. Y de verdad, no sé en qué momento dejé de escribir sobre felicidad solo para seguir hundiéndome entre la soledad y la tristeza, entre lo que me gusta llamar error para no confundirlo con cobardía. Uno va perdiendo la capacidad de asombro ante todo y cuando pienso en  eso recuerdo que empecé leyendo a Cortázar y a Benedetti en un pequeño café y termino solo en un departamento, estudiando ingeniería industrial, sin amigos, sin amor y leyendo a Jack Kerouac y a Allen Ginsberg bajo los efectos de la marihuana. ¿Dónde fue que todo se acabó? Supongo que fue en algún lugar de mis lágrimas donde alguien me hizo reír… a mí, que solo sabía llorar.

 Hoy vi como salía el sol y se metía por mi ventana. Contemplaba el mundo, la evolución, el equilibro de fuerzas, a la vecina masturbándose. No encontré a Dios por ningún lado, Dios es el gran acrónimo sin sentido, el camino más corto a ninguna parte. Ya saben, el verdadero truco está en seguir creyendo en la magia.
Hay personas que solo aman lo que pueden destruir y otras construyen a partir de lo que odian, a mi táchenme de lo segundo. Ese es el trato de mi irreverencia; inclinarme a besar mis pecados y arrodillarme en el suelo donde he caído para después levantar un castillo de mentiras y lágrimas.

Un mensaje lo tengo guardado en el celular. Entre los borradores de versos que ya ni corrijo porque apenas escribo. Puede que lo apuntara pensando que se me había ocurrido un genial juego de palabras en mitad de alguna borrachera de esas en las que no te apetece sonreír. ¿A quién escribes? Preguntaban los amigos….A nadie, les contestaba. Pero era mentira. Tengo un mensaje sin destinatario escrito entre los borradores del teléfono que dice: Te echo de menos. Y el mensaje es para mí.


Dejé de escribir de amor para cubrirlo de asco, hice borrón y cuento nuevo en torno a mí para cambiarme la vida que había elegido por mi miedo al final feliz, a la alegría sostenida, a la necesidad del dolor, para sentirme a gusto con la justicia de las culpas, mis putas fieles, mis enemigas consejeras.

 Así que hoy, por escrito, me juro no volver a escribir hasta que tenga algo feliz que contar. No le temo al fuego, pero el dragón me da miedo. No tengo más que declarar…Esta mierda huele por sí misma.




Escrito Por: Luis Manuel "Manu" Fernández
@IronManuMK17