miércoles, 2 de noviembre de 2016

02/11/2016


Tengo la mala costumbre de dejar siempre mi maleta tirada en una esquina de mi cuarto, aunque…Por alguna extraña razón siempre la dejo abierta, quizá recordándome que siempre hay esperanza de volver, de ver amigos viejos, de caminar sobre calles de historias, de poder sentirse en casa.
Estos días han sido un caos…Ya te imaginarás.
Los días ya no saben, ¿Te acuerdas de mí? Porque yo ya no me reconozco, me pierdo en pensamientos, en canciones mirando la ventana del camión rumbo al trabajo. Mismo horario, mismas personas, mismas rutinas. ¿Dónde he estado?
Este silencio es tan aplastante que incluso se siente como una tumba. Ya no encuentro motivación y alegría, cuando estaba contigo pensé que por fin todo estaba saldado con mi pasado, que por fin podría comenzar a vivir, que jamás sería el de antes…el de siempre.
En estos días he pronunciado tan pocas palabras que incluso siento que la única forma que puedo expresarme es escribiendo. No sabes la cantidad de veces que en el trabajo de pronto me asalta un recuerdo de nosotros y la sonrisa me delata, y de golpe la realidad, la nostalgia, la agonía de saber que nunca más podré darle nuevos motivos a esa sonrisa…solo recuerdos. Porque de alguna manera yo ya tampoco estoy, me fui. Porque ya no soy aquel tipo que en su hora de comida se la pasaba sonriendo a una pantalla de celular, porque ahora soy aquel tipo callado con la mirada baja que come sin ganas en la última mesa, alejado de todos con la mirada fija en el salero.
Porque ya nadie merece seguir leyendo la misma historia de siempre, porque ni yo mismo podría ya seguir con la farsa de estar escribiendo por las mismas razones y buscar sinónimos…Escribir sobre mi vida como si eso le pudiera dar algún sentido; No. Hace años que yo ya estoy muerto, pero no me han avisado.
Antes de que sigas leyendo, necesito describirte el ambiente en el cuál te escribo. Te pido que entres a esta página: https://rainymood.com/  le des click en el ícono de “Play” y regreses aquí, si quieres, para seguir leyendo.
 ¿Recuerdas que te contaba que aquí no había llovido? ¿Qué extrañaba el frío? Pues, no sé cómo ni por qué pero hoy estaba metido en mi soledad, como normalmente ha sido casi siempre…Y una tormenta eléctrica iluminada el cielo mientras yo encendía un cigarro a base de recuerdos, con mi café siempre amigo y yo escuchaba la lluvia acercándose, sentía  un aire frío, de esos de nostalgia en la espalda y sentía como mis lágrimas se mezclaban en esas primeras gotas de diluvio…y el sonido de la lluvia bañaba todo, no había gente en la calle, las luces de la ciudad servían de paisaje sombrío que combinada con mi mirada triste y de desilusión.
Cuando llegaste, nada dentro de mí estaba en su sitio pero al mismo tiempo estabas tú, había estrellas y aún ahora, pedazos de eternidad. Y no había palabras, porque no había pensamiento posible para esa fuerza
Laura… Había olvidado lo bien que se siente repetir tu nombre. Había olvidado tu voz, tu sonrisa, hasta este momento en que te estoy escribiendo y vuelvo a sentir todo eso que sólo tú me haces sentir. Hubiéramos podido pasar toda la noche discutiendo, y la mañana siguiente, y el día siguiente. Si supieras cuánto he añorado nuestras discusiones.
Alguna vez llegué a escribir sobre la vida lo siguiente:
Que triste es ya la vida, se los digo yo que ya me asomé al abismo de la felicidad, donde las peores profecías se cumplen en el paisaje de esa ventana abierta a mitad de la noche.

Que triste es ya la vida detrás de esta infancia reprimida por algo que no soy, algo que estuvo y se fue entre las primeras tazas de café con música. 

Que triste es ya la vida que no vivo, la que recuerdo, la que quizá jamás tuve. 

Es ya triste la vida en el recuerdo de ayeres caducos, de cansancio de risas. Triste cuando saltábamos charcos como si fuera el atlántico para después abrazarnos en el vaivén de los amores primeros y así sumergirme en el mar de tus besos tiernos mientras acariciaba tu cabello mojado por la lluvia...triste.

Pequeñas cosas que me regala la vida, tristezas acechando mi puerta esperando a que me vista de gris, me ponga los audífonos y espere el lento y delicado susurro del reloj por las noches gritando más tiempo o quizá más noches o sólo tal vez, un poco más de paz y tardes de otoño. 

Que triste es ya la tarde cuando empiezo a echar de menos lo que nunca he tenido, lo que ni siquiera sé si existe. Estoy hecho un lío, como siempre, como ahora que es triste ya la vida de rutina y no de vicio.

¿Recuerdan que de niños volvíamos siempre con heridas pero aún así seguíamos jugando y haciendo travesuras? ...Creo que no aprendimos nada de eso. 
Y la verdad es que no, yo no aprendí nada…
Pensaba que todo había acabado, que yo andaba por ahí vagando, dando vueltas, buscando el norte, el sur, si es que lo busco. Pero si no lo buscara, ¿qué era eso? Lau era que te extrañaba, que me dolías en la piel, en la garganta, cada vez que respiraba era como si el vacío me entrara en el pecho donde, por ese momento, ya no estabas y buscaba que me hablaran de ti, eso hacen las personas cuando echan de menos a alguien. Buscaba tu rostro entre las nubes, me imaginaba tus rasgos en esas formas que se estiraban en el cielo. Te había escrito como jamás imagine que podía escribir. ¿Cuántas noches me dormí imaginando tu mirada, recordando la risa que nos entraba de repente hablando de cualquier tontería? Sombras cómplices que poblaban mis momentos de insomnio, ayudándome a redactar en mis cuadernos de letanía páginas enteras con las mismas palabras, los mismos sentimientos, los mismos sueños. Y lo peor será cuando trates de contarlo a otros, porque siempre llega un momento en que hay que tratar de contarlo a un amigo o a todos a la vez en la mesa del Café, esperando quizá vagamente que el hecho de contarlo, le dé por fin un sentido. Estarán allí, escuchándote, y también te harán preguntas, querrán ayudarte a recordar. Como si el recuerdo sirviera de algo.
Es durísimo amarse a distancia, o mejor dicho (Yo y mi maña de describir nuestra historia en plural), amarte a distancia. Quizá al escribirte quiera dejarte la libertad de no interrumpir el duelo de nuestra historia, si ya lo has empezado. Nuestro amor nació de nuestras diferencias, de esa hambre de descubrimiento que sentíamos todas las mañanas al despertar y ya que te hablo de mañanas nunca sabrás la cantidad de horas que soñé contigo y al despertar lo primero que me venía a la mente eras tú.
Siempre te conté todo lo que me pasaba y lo que sentía y tal vez te merecías algo mejor que tristes relatos pero, ¿cómo decirte que te amaba sin al menos haberlo intentado? Esta noche que te escribo estas líneas la verdad que impera es que te amo tal y como eres,  y jamás querría que fueras de otra manera, te amo sin comprenderlo todo de ti, convencido de que el tiempo me daría la manera de hacerlo; quizá en medio de todo este amor olvidaba a veces preguntarte si tú me amabas hasta el punto de abrazar todo lo que nos separa. También nunca me dejabas tiempo de hacerte esa pregunta, como tampoco te la dejabas a ti misma.
Una vez me dijeron que yo no renuncio a nada, simplemente hago que las cosas renuncien a mí, aún no lo entiendo muy bien pero supongo que Yo, con mis candados y llaves de aire, Yo, que escribo con humo hago algo mal. No hay sustancias  más letales que esas que se cuelan por cualquier parte, que se respiran sin saberlo, en las palabras o en el amor o en la amistad.
Pero estoy llorando lo mismo, y te escribo esta carta porque no sé, porque a lo mejor me equivoco, porque a lo mejor soy demasiado malo para escribir, porque tengo ilusiones, o porque soy estúpido, no mucho, un poco pero eso es terrible, la sola idea me da cólicos. Y aunque nunca me propuse la felicidad (No es excusa ni una justificación) la encontré contigo. A veces siento que no se puede querer lo que quiero, y en la forma en que lo quiero, y de yapa compartir la vida con otros. Había que saber estar solo y que tanto querer hiciera su obra, me salvara o me matara. Y después de eso, salir al aire de la noche, con la cara lavada por el tiempo y unirse al mundo, a la gran locura, a la inmensa burrada, abrirse a la cristalización del deseo, al encuentro. Lau, por primera vez no es penoso para mí ceder a la melancolía, con un nuevo cigarrillo que se va entre suspiros de recuerdos y me da calor. Mi diagnóstico es sencillo: Sé que no tengo remedio.
Amor mío, no te quiero por ti ni por mi ni por los dos juntos, no te quiero porque la sangre me llame a quererte, te quiero porque no eres mía y eres todo para mí, porque en lo más profundo de la posesión  no estás en mí, no te alcanzo, no paso de tus palabras, de tu risa, hay horas que me atormenta amarte tanto, para ti la operación del amor es tan sencilla, te curarás antes que yo porque me quieres de una forma que yo no te quiero. Ese silencio desde donde es posible la música. Total parcial: Te quiero. Total general: Te amo.
He soñado mucho contigo, pero lo malo no es el sueño. Lo malo es eso a lo que llaman despertarse. ¿No te pasa que te despiertas a veces con la exacta conciencia de que en ese momento empieza una increíble equivocación? Nos asomamos a veces a lo que fuimos antes de ser esto que vaya a saber si somos. La mejor cualidad de mis antepasados es la de estar muertos; espero modesta pero orgullosamente el momento de heredarla, tiempo suficiente, tal vez, para perder todo interés en ti y olvidar. No estarás aquí, pero estás eso es seguro y una vez más te incluyo sin derecho, imaginariamente, como un consuelo por tanta distancia y tanto silencio.
Ahora estoy alejado del yo que empezó a escribir hace una hora y del yo que terminará de escribir. Autotestigo y autojuez, autobiógrafo irónico entre dos cigarrillos. Solamente me acuerdo de que debí soñar algo tan maravilloso y que al final me sentía como expulsado (o yéndome, pero a la fuerza) del sueño que irremediablemente quedaba a mis espaldas. Sabía que sin fe no ocurre nada de lo que debería ocurrir, y con fe casi siempre tampoco. La alegría inútil en mitad de la peor tristeza y en mitad de la alegría sentirse triste y sucio, con la piel cansada y los ojos legañosos, oliendo a noche sin sueño, a ausencia culpable, a falta de distancia para comprender si había hecho bien todo lo que había estado haciendo o no haciendo en este tiempo. Y callar entonces sería vil, tú y yo sabemos demasiado de algo que no es nosotros.
Y después el café sería el vendaje que aislaría la piel de los roces demasiado ásperos del recuerdo, un sistema consecutivo de paragolpes y aisladores que la inteligencia establecería como siempre entre la tarde que te conocí y la noche en que estoy escribiendo esto, entre lo que fuera quedando de esa tarde en la mañana siguiente y los días sucesivos, hasta el olvido.Porque me olvidaré”, me dije irónicamente, “y en el fondo eso será lo peor, volver a andar bajo los árboles como si no hubiera pasado nada, absuelto por el olvido, devuelto a la aptitud y a la eficacia”. Cualquiera me hubiera tratado amablemente de suicida postergado.


He caminado entre extraños hasta sentirme normal, he querido arrebatar alegrías a la nostalgia de mis antiguos amores. He pensado en si querrás tenerme para ti y ahí he parado de pensar, sólo soy alguien que te extraña a deshoras y sonríe con el recuerdo de nuestro primer beso que fue tan corto que todavía dura.



En tu mirada está el secreto de una pasión que consume y contagia, en tus labios el sabor de algo que destruye y armoniza, en tu cabello una tormenta de suspiros de pequeñas cosas que provocan enormes alegrías. Por las noches, entre sombras, nos inventaríamos y nos volveríamos a deshacer para vestirme de mañana y abrazarte mientras duermes. Me encontrarías como fruta al desayuno y el sabor te sería familiar al resbalar por tu boca y dirías mi nombre. Contigo no quiero un “Antes” o un “Después”, no en esta vida pues eres el único por qué del andar de mi presente, tu libertad es prófuga de mis deseos y entonces vengo a escribir palabras que no expresan ni una milésima de lo que yo siento por ti.



Lo siento no soy bueno, estoy más cerca de ser un comediante que un caballero, tu risa la concibo como un amuleto, la necesito colgada a mi cuello, ahuyentando la soledad de mi cuarto y los fantasmas que observan del otro lado de la cama. Sigo sin saber qué escribir cuando no te escribo a ti. 
Pero también te he visto ser tu misma y lo que eso conlleva…Y eso enserio que no se puede describir ni en un poema. Y entonces quisiera tenerte a mi lado y que me dijeras que no dijera nada para poder mirarte y contártelo todo. Y nada dolería en ese instante mientras yo seguiría inventando palabras para que ese momento no acabara nunca y poder así darnos forma de eternidad y sentir una vez más tus pequeñas manos de curar heridas, tus labios de amor y besos, tus mejillas rosadas y tu espalda llena de constelaciones poéticas que recitaría una a una con mis manos.
No hay nada que pueda añadir al listado de excusas desnumeradas con las que he construido este deseo de ti. Hay algo de hermoso en lo cotidiano de esperarte, de leerte, de pensarte.
Mi valentía cubierta de vergüenza, estas letras subrayando tu nombre, el sueño de poder tenerte aquí, entre palabras y besos al fin mía.

Incluso podríamos perdonarnos todo aquello que no nos hicimos, sin estar asustados por lo que no perdimos. Que quizá tu risa conmigo sea el único camino porque ¿con qué metáfora podría definirte? Tus ojos de poesía y tu sonrisa de paisaje. ¿Cómo podría imaginarme a alguien como tú? Qué va. Mis sueños eran más pequeños. No existe ningún pasado al qué regresar, no éramos nosotros, lo que cuenta es tú y yo, ahora. Contándonos historias parecidas e involucradas debajo de una sábana esperando que el huracán que lleva tu amor de mujer me empuje hacia ti para terminar viendo el cielo juntos, sin más remedio que aceptar esa tormenta de alegrías mientras mi mano viajera y dudosa descanse en tus piernas extrayendo de ti esa salvaje ternura. Testigos fugaces y disfrazados de todos los detalles que no nos ha dado la vida y que no hemos olvidado. Poder pintar a detalle tu voz y sentirte como bálsamo a tantas cosas, a tanto tiempo.
Pero pudo más la soledad…Hay noches las que puedes resumir como un abrazo que no puedes dar, un grito que nadie escucha o palabras que te tragas en tu contra. 

Siempre he salido herido cuando escribo como me muero. 

A veces quisiera relacionar los sentimientos sin llegar a la propia crueldad pero tendría que matar mi honestidad. Es más fácil hablar de cosas alegres que de cosas tristes. 

Todos los días con mi tormenta de presagios y el recuerdo que se escapa en forma de humo, como un instante que nunca ves aproximarse pero que siempre llega.
Aprendí de esas cosas que se aprenden haciéndolas. Fugaces recuerdos de infancias perdidas y difuntas, el orgullo inservible de sentirse elegido por la nostalgia.

Y así se van esos días en los que sonreír podría parecer un atentado contra los principios por los cuáles se están escribiendo estas líneas. Heridas tan verdaderas que solo les falta corona para estar más muertas que yo. 
Miradas calladas, sueños torpes y sin completar, promesas que jamás llegan y se oxidan. Todas las mañanas le preguntaba a mis ojeras ¿Hasta cuándo la felicidad? Y me decía a mí mismo que nunca más, y nunca más llegaba en la noche. Todas las noches. La derrota asumida sin más por este odio alargado, ese jamás constante y único, del siempre nunca. 

¿Qué será más inútil?, ¿Las palabras o la esperanza? No lo sé, pero a estas alturas ya ni siquiera puedo sorprenderme de mi propia miseria. 
Porque aquí es donde uno empieza a sonreír a las personas mientras les dices “Estoy bien, que te valga madre porque estoy llorando”. Toda esta mierda no es por las mentiras que digo, aquí se aprende a mentir aunque no te guste. Pero no, no son por las mentiras que digo, sino por las verdades que me callo y que intento escribir como si eso les pudiera dar un sentido. ¿De quién es la culpa, del que falla el tiro o del que no dispara? Pero claro, no vengo aquí a cambiar mis heridas por trofeos, a veces quisiera levantar un maldito muro entre yo y los demás, con una pequeña plaquita que diga “No necesitas a nadie”. Qué bien se siente creerte tus propias mentiras, ¿no? Es tan fácil cortarme cuando las palabras son de cristal, mis heridas están abiertas así que puedes pasar. 

Llevo días limpiando recuerdos y lamiendo mis propias heridas. He pensado en dejar de escribir en pro de la victoria de mi derrota. 
Pero no, aquí sigo dándome de puñaladas para ver hasta donde aguanto, o hasta donde ya no importe.

Me hubiera gustado pasar este día contigo, a tu lado. En cambio lo haré sólo con mis recuerdos, como casi siempre, con tan mala compañía como suelo ser yo. Yo en mi departamento tan chico, tan frío y lleno de melancolías. 

Y tal vez tendría que festejar la incertidumbre, tratar de callar los recuerdos y dejar que este silencio me diga algo entre las líneas que escribo. Lo bueno es que probablemente aún haya ojos para verlo, aunque no me lo pueda explicar ni yo mismo. Maldita tormenta de letras, no sé si lo que hago es desahogarme o todo lo contrario. A veces lo peor de ti es precisamente lo mejor.

Cortázar decía que hasta lo inesperado acaba en costumbre cuando se ha aprendido a soportar. Tiene algo de razón, pero aquí la pregunta es ¿Cuánto puedes soportar? Pienso en todas las personas que entran y salen en éste instante de mi vida, me veo en el reflejo del espejo y ya no estoy seguro de reconocerme, aceptar como un pacto la soledad y seguir adelante como se pueda, aunque sea a rastras. Resignarte a la costumbre. 
En éstos días los fantasmas de mi pasado me han atormentado de sobremanera, recuerdos a los que les abro la puerta y los invito a mi mesa a cenar mientras yo me siento en este trono de falsedades con mi corona de alegrías. 

Empezamos a creer en el infierno una vez que vemos el cielo. Yo no creía en muchas cosas, pero creía en ti…creía en nosotros, en este amor, en todo lo que nos unía y nos separaba. Todo aquello que anhelé o lo que descubrí contigo. 
Amor… esa palabra, sinónimo de tu nombre y antónimo regular de la distancia y la ausencia.

 Te imagino y te pienso de una forma que ni yo puedo entender, te pienso a futuro pero que pendejada, el futuro es un lujo que ya no podemos darnos.
Siempre he sido de las personas que prefieren su mundo interno, su jardín de locuras. Su soledad compartida…
Y entre tanto y tanto aquí me tienes, besándote de nuevo en éstas palabras, buscando tu recuerdo entre las soledades y los escalofríos de esta noche y matándome de prisas para no alargar más la despedida que tú sola has emprendido hace ya unos días. Tus momentos se van a llenar de amigos, de alegrías nuevas. Quizá dentro de poco habrá alguien que te acompañe en el camino de tu vida y junto a él compartas el amor que yo no tenía merecido y a lo mejor también intente, como yo, decirte palabras burdas de amor mientras tú lo besas y pronuncias su nombre un millón de veces, y en cada una de ellas será eterno por el tiempo que dure.
Hay que tener un diccionario de realidad para los sueños imposibles. 


Curioso escrito y recuerdo del pasado sobre lo que podría haber sido y no fue. Después de todo, vivir en un drama es una manera de existir como cualquier otra y sé que la vida no se tiene que vivir de recuerdos ni mucho menos confundir esos recuerdos con anhelos. La felicidad necesita certezas porque la soledad es la peor compañía que puedes tener. 
Dicen que los pensamientos de dos personas que se quieren  siempre terminan por encontrarse, así que me preguntaba a menudo antes de dormirme por las noches si tú también pensabas en mí cuando yo pensaba en ti.
No puedo hacerte ninguna pregunta, porque como siempre se estrellaría entre sonrisas amables y explicaciones a medias. Aquí trato de expresarme, trato de decir adiós para siempre. Maldita tendencia de ingeniero a terminar limpiamente todo lo que se empieza, a no dejar nada inconcluso. ¿Qué vida no es una tragedia?

 Eres la persona a la que más he dejado ver en mi pasado, a nadie más le he confiado tanto, sólo contigo no me da miedo mostrar mis temores, mis sueños, mis metas, mis sentimientos, mis pensamientos…mis letras. Soy el que ahora conoces y nadie jamás ha visto, el que te quiere y te piensa a deshoras, el que escribe sin destinatario, el que lucha y el que pierde, el que escribe a ritmo de 5/4 de jazz. El que jamás volverás a ver.
Si te he dicho lo que sentía es precisamente para que te quedes. Lo sabes bien, todo lo que nos desune es en el fondo lo que nos deja vivir tan bien juntos. Si empezáramos a callarnos lo que sentimos, los dos perderíamos la libertad.


No sé si estás líneas sean el adiós definitivo porque acabo de terminar de escribir y yo me quedé sin poder pensar, envenenándome con el humo del cigarro, viendo la lluvia caer y pensando en ti.

Quizá no pude escoger mejor fecha para honrar a estas ilusiones, a esa fugaz felicidad. Quizá no pude escoger mejor fecha para poner mi propio altar de muertos.
Quizá no pude escoger mejor fecha para al fin despedirme de las letras, pues ya no tengo nada más que decir. Me despido de volver a escribir jamás…De ti.

Yo espero cualquier cosa de esta noche, hay como una atmósfera de fin del mundo

Te amo.


Escrito Por:
Alguien que ya no está. 

miércoles, 19 de octubre de 2016

Despidiendo el Silencio



Hace tiempo que escribí esto...Hace dos años para ser exacto. No pondré esas 20 páginas donde relato mi agonía porque considero a este texto mi epitafio. Disfruta, pues, lo que podré compartir. 




Hay noches las que puedes resumir como un abrazo que no puedes dar, un grito que nadie escucha o palabras que te tragas en tu contra. 

Siempre he salido herido cuando escribo como me muero. 

A veces quisiera relacionar los sentimientos sin llegar a la propia crueldad pero tendría que matar mi honestidad. Es más fácil hablar de cosas alegres que de cosas tristes. 

Todos los días con mi tormenta de presagios y el recuerdo que se escapa en forma de humo, como un instante que nunca ves aproximarse pero que siempre llega.
Aprendí de esas cosas que se aprenden haciéndolas. Fugaces recuerdos de infancias perdidas y difuntas, el orgullo inservible de sentirse elegido por la nostalgia.

Y así se van esos días en los que sonreír podría parecer un atentado contra los principios por los cuáles se están escribiendo estas líneas. Heridas tan verdaderas que solo les falta corona para estar más muertas que yo.
Miradas calladas, sueños torpes y sin completar, promesas que jamás llegan y se oxidan. Todas las mañanas le preguntaba a mis ojeras ¿Hasta cuándo la felicidad? Y me decía a mí mismo que nunca más, y nunca más llegaba en la noche. Todas las noches. La derrota asumida sin más por este odio alargado, ese jamás constante y único, del siempre nunca.

¿Qué será más inútil?, ¿Las palabras o la esperanza? No lo sé, pero a estas alturas ya ni siquiera puedo sorprenderme de mi propia miseria.
Porque aquí es donde uno empieza a sonreír a las personas mientras les dices “Estoy bien, que te valga madre porque estoy llorando”. Toda esta mierda no es por las mentiras que digo, aquí se aprende a mentir aunque no te guste. Pero no, no son por las mentiras que digo, sino por las verdades que me callo y que intento escribir como si eso les pudiera dar un sentido. ¿De quién es la culpa, del que falla el tiro o del que no dispara? Pero claro, no vengo aquí a cambiar mis heridas por trofeos, a veces quisiera levantar un maldito muro entre yo y los demás, con una pequeña plaquita que diga “No necesitas a nadie”. Qué bien se siente creerte tus propias mentiras, ¿no? Es tan fácil cortarme cuando las palabras son de cristal, mis heridas están abiertas así que puedes pasar.

Llevo días limpiando recuerdos y lamiendo mis propias heridas. He pensado en dejar de escribir en pro de la victoria de mi derrota.
Pero no, aquí sigo dándome de puñaladas para ver hasta donde aguanto, o hasta donde ya no importe.

Me hubiera gustado pasar este día contigo, a tu lado. En cambio lo haré sólo con mis recuerdos, como casi siempre, con tan mala compañía como suelo ser yo. Mi familia quizá cenando a ocho horas de aquí, en la casa una cama vacía en el cuarto que es mi espacio a momentos. Yo en mi departamento tan chico, tan frío y lleno de melancolías. 

Y tal vez tendría que festejar la incertidumbre, tratar de callar los recuerdos y dejar que este silencio me diga algo entre las líneas que escribo. Lo bueno es que probablemente aún haya ojos para verlo, aunque no me lo pueda explicar ni yo mismo. Maldita tormenta de letras, no sé si lo que hago es desahogarme o todo lo contrario. A veces lo peor de ti es precisamente lo mejor.

Cortázar decía que hasta lo inesperado acaba en costumbre cuando se ha aprendido a soportar. Tiene algo de razón, pero aquí la pregunta es ¿Cuánto puedes soportar? Pienso en todas las personas que entran y salen en éste instante de mi vida, me veo en el reflejo del espejo y ya no estoy seguro de reconocerme, aceptar como un pacto la soledad y seguir adelante como se pueda, aunque sea a rastras. Resignarte a la costumbre.
En éstos días los fantasmas de mi pasado me han atormentado de sobremanera, recuerdos a los que les abro la puerta y los invito a mi mesa a cenar mientras yo me siento en este trono de falsedades con mi corona de alegrías.

Empezamos a creer en el infierno una vez que vemos el cielo. Yo no creía en muchas cosas, pero creía en ti…creía en nosotros, en este amor, en todo lo que nos unía y nos separaba. Todo aquello que anhelé o lo que descubrí contigo.
Amor… esa palabra, sinónimo de tu nombre y antónimo regular de la distancia y la ausencia.

 Te imagino y te pienso de una forma que ni yo puedo entender, te pienso a futuro pero que pendejada, el futuro es un lujo que ya no podemos darnos.
Siempre he sido de las personas que prefieren su mundo interno, su jardín de locuras. Su soledad compartida…
Y entre tanto y tanto aquí me tienes, besándote de nuevo en éstas palabras, buscando tu recuerdo entre las soledades y los escalofríos de esta noche y matándome de prisas para no alargar más la despedida que tú sola has emprendido hace ya unos días. Tus momentos se van a llenar de amigos, de alegrías nuevas. Quizá dentro de poco habrá alguien que te acompañe en el camino de tu vida y junto a él compartas el amor que yo no tenía merecido y a lo mejor también intente, como yo, decirte palabras burdas de amor mientras tú lo besas y pronuncias su nombre un millón de veces, y en cada una de ellas será eterno por el tiempo que dure.
Hay que tener un diccionario de realidad para los sueños imposibles. 


Curioso escrito y recuerdo del pasado sobre lo que podría haber sido y no fue. Después de todo, vivir en un drama es una manera de existir como cualquier otra y sé que la vida no se tiene que vivir de recuerdos ni mucho menos confundir esos recuerdos con anhelos. La felicidad necesita certezas porque la soledad es la peor compañía que puedes tener.
Dicen que los pensamientos de dos personas que se quieren  siempre terminan por encontrarse, así que me preguntaba a menudo antes de dormirme por las noches si tú también pensabas en mí cuando yo pensaba en ti.
No puedo hacerte ninguna pregunta, porque como siempre se estrellaría entre sonrisas amables y explicaciones a medias. Aquí trato de expresarme, trato de decir adiós para siempre. Maldita tendencia de ingeniero a terminar limpiamente todo lo que se empieza, a no dejar nada inconcluso. ¿Qué vida no es una tragedia?

 Eres la persona a la que más he dejado ver en mi pasado, a nadie más le he confiado tanto, sólo contigo no me da miedo mostrar mis temores, mis sueños, mis metas, mis sentimientos, mis pensamientos…mis letras. Soy el que ahora conoces y nadie jamás ha visto, el que te quiere y te piensa a deshoras, el que escribe sin destinatario, el que lucha y el que pierde, el que escribe a ritmo de 5/4 de jazz. El que jamás volverás a ver.


Te escribo esto pues porque como dice una canción: "porque no me verás mas y porque resulta preciso que sigamos separados"

domingo, 16 de octubre de 2016

ÉL Y ELLA

Cuentan “las lenguas de doble filo” que se andaban secreteando entre miradas. Él amaba de su carácter la intrepidez, la inteligencia que la caracterizaba y el cincelado porte de su actitud. Ella era una dama refinada de sutil belleza, pero a él no le importaba la hermosura que le fue descrita, así como no le importaban otras cosas. Le gustaba husmear entre su mirada, inventaba historias que se le ocurrían al ver el destello en sus ojos, encontraba en las pupilas de esa mujer el tiempo que había perdido con otras. Una vez le dijo a Marzio, quien es su mejor amigo: “sabes mi hermano, ella y yo algún día estaremos juntos. Tendremos una casa de un nivel, de color blanco, con un patio grande y árboles de naranja en los perímetros del solar. También unos arbustos de brugmansia, para que por las noches despidan su olor e inunden el patio”. Sentí culpa cuando escuché sus sueños campesinos.

A él poco se le conocía, nunca fue de muchos amigos, era, más bien, hermético y misterioso. Tenía la ceja muy poblada y el ceño fruncido, con un aspecto de ermitaño y andrajoso en ocasiones. Era en términos generales un buen tipo, tal vez no el más agradable pero sí un buen ciudadano. Cómo iba a enterarse él de lo que les voy a contar, si en ocasiones he deseado que jamás hubiera escuchado de ella. Una tarde de aguacero coincidimos en refugiarnos en los arcos del municipio. Yo, tan sinvergüenza como siempre, envalentonado por dos cervezas que me había tomado, quise contarle la verdad. Pero fui cobarde y solo le dije una mentira más. “Le gustas a mi prima”, le dije. Su cara fue quien sabe de qué sentimiento, pero no de alegría o asombro, mucho menos de halago. No mostró interés en saber más. Ese fue el primer intento que hice de presentarle a alguien, para ver si así se desprendía de la mente el nombre de esa mujer que tantas vueltas le daba por la cabeza. Diez mujeres hermosas le presenté, inteligentes y cultas todas, pero él me dijo no tajantemente. Pasó casi un año. Tenía que llegar el momento de hablar seriamente, así que lo encaré. Lo cité a las ocho en el billar. Una vez allí uno nervios inexplicables me invadieron.

   — Lamento decirte… es más, no sé por dónde comenzar. Déjame pedir una cerveza, ¿quieres una? — él solo me miraba — lamento que escuches esto. Lo que sucede es que la mujer de la que te has enamorado no la conozco, todo fue una broma, no es amiga mía, no es de la universidad. No le he hablado de ti, es más, para ser sincero ni siquiera existe. La inventé, así como inventé su nombre, el color de sus ojos, su actitud, todo lo demás. Discúlpame por favor. — él seguía callado, mirándome tan fijamente que me dio miedo mirarlo a los ojos. Pidió una cerveza y no dijo palabra alguna hasta que se la sirvieron y le dio un trago.

— Lo que pasa es que te has enamorado de ella y ahora dices esto porque la quieres para ti. ¡No te creo nada! Para mí es real, yo sé que lo es. Cuando la imagino puedo ver en sus ojos historias. Sé que existe porque solo con ella puedo hablar de cosas que con nadie más podré hacer, todas las noches platicamos hasta la madrugada y nos reímos, no me digas qué es real y qué no lo es porque ella es inteligente y sabia, me advirtió de esta situación. Dices que es hermosa, pero no me importa, no lo es tanto como la veo yo. — terminó de hablar, se echó de un solo trago el resto de su cerveza y se fue.

Habló tan seriamente y seguro en esas pocas palabras, que ella llegó a existir en ese instante para mí. Pensé demasiadas cosas. Tres cervezas más consumí y me fui a mi casa. Fui pensado demasiado y llegué a la conclusión de que no podía negarle la idea de que una mujer así existiera. Deseo que algún día la descubra. Pero me surgió una pregunta, ¿Por qué me fue tan fácil describirle a semejante mujer quimérica? ¿En quién estaba pensando cuando inventé aquella historia? Me resulta irónico cómo las cosas tienen que suceder para que uno abra los ojos y se dé cuenta de muchas cosas. comencé a pensar en alguien a quien conozco, la recordé detalladamente. Ahora soy yo el que encuentra historias en miradas, el que desea una casa blanca y un jardín grande donde tomar el fresco de las tardes. Solo que yo prefiero sembrar gardenias, espero que a ella le guste y si no, llegaré a aborrecer lo que no le agrade.








Escrito por: Víctor López (@viktor_reader)







viernes, 14 de octubre de 2016

PARA NO IMPUTAR AHÍNCO NI AFÁN AL ALMA

Los asuntos de la vida, al deambular por calzadas de periodos y sazones, se reblandecen hasta convertirse en pedazos de papel mojado; deshechos por lluvias torrenciales de vestigios. Y de vez en cuando me tropiezo con alguien que va recogiendo pedazos de su memoria y llevándolos en su seno, mojándolos aún más con lamentos, para después secarlos en recodos polvorosos de nostalgia. En su mirada se les puede notar las ansias de reconstruir lo que podría considerarse tiempo muerto, ellos fijan esperanzas de resurrección y vida eterna a cosas vanas y pasajeras como la hierba que perece en la sequía, sin darse cuenta, o sin saber, que hay un dios aventando al aire papeles vacíos para confundir a la gente que anda buscando recuerdos escritos; cuando todo está deshecho no se puede distinguir entre lo que fue un papel vacío y un papel con recuerdos.

Caminando por la calle me encontré la sílaba de un nombre, y dejándolo a merced de la intemperie observé cómo arrastrándose se fue hasta perderse de mi vista, era un nombre extraviado por la región del polvo y considerado acreedor de volverse olvido. Comencé a tirar papeles que acumulados estaban en recovecos de memoria en desuso, después de eso me sentí ligero al andar y mirar hacia el cielo, no sentí contrición de ver a otros desplazarse hacia el olvido, aun cuando yo era cómplice de ese destierro. Seguí andando en mi trayecto y desperdigando vida a diestra y siniestra. Me le estaba escabullendo al tiempo de las manos y logró dolerme la frustración que siente al ser incapaz de retenernos en sus palmas, no tiene otro propósito que mantenernos eternos y libres del albedrío e inalcanzables de la vejez. El tiempo para eso fue creado, pero desde nuestro comienzo a cada respiro del tiempo un número incontable de la humanidad se le ha derramado entre los dedos tan solo para fallecer. Estamos hechos de polvo y después de muertos nace la costumbre de hacer relojes de arena para que sigamos en movimiento perpetuo, ese es un intento fallido de ser eternos. El hombre ya nace con la idea de que no es perenne, ¡que equivocados están!.

Seguí andando por el camino que abrí a pulso y tropiezos. ¡Ya qué importaba el uso descarado de recursos, reciclando la polución y malgastando árboles en cada papel arrugado! Pero llegué a una intersección donde miré hacia el suelo y allí iba pasando un papel con una palabra escrita que había salido de mi boca, era una palabra hiriente, una que había causado mucho daño. ¡Miré hacia mi izquierda y pude verla! Allí estaba la mujer que lleva en sus labios mi amor colocado en pretérito imperfecto, ella soltó ese papel que pasó frente a mí. Fue un choque de tiempos conjugados. Entonces me enseñó una caja de hierro con muchos papeles acomodados sin doblar, eran recuerdos míos. Coincidimos, porque yo le mostré las cartas litografiadas y los sobres donde estaba el remitente escrito con tinta indeleble; allí estaba su nombre. No cruzamos palabra alguna, pero no es necesario hacerlo cuando se cruzan miradas. Comenzamos a reír, como quien se ríe de la muerte por haberla burlado. Era un júbilo recíproco instigado por el eco de nuestro bienestar. Cruzamos la calle juntos llevando la misma dirección, pero ella estaba en la acera al otro extremo de la calle. Llegamos al punto donde cada quien giró en sentido contrario y ni ella ni yo volteamos. Le dejamos las miradas a momentos esporádicos, para no tener achaques inexistentes, para no imputar ahínco ni afán al alma de terceros.


ESCRITO POR: Víctor López (@viktor_reader) 










sábado, 16 de julio de 2016

Feliz Cumpleaños

Desde hace tiempo he sentido que la vida es un camino que no se ha de recorrer a solas, pues a través de el vamos a encontrar muchos problemas, obstáculos y apariciones inesperadas que vale la pena compartir con personas que sepan valorar nuestras virtudes y sean capaces de brindarnos un hombro sobre el que llorar y arrepentirnos en el momento en el que más lo necesitemos.

Incluso ahora no sé cuáles sean las palabras correctas para poder felicitarte, hace tiempo te dije que había pensado mucho en ti y en los 10 años que llevamos de conocernos, ¿Qué recuerdos verdad? Y quizá ahora mismo tenga que recurrir a esas tantas cartas que nos escribíamos antes,  a pulir mi memoria en busca de esos detalles, de esos momentos que dicho sea de paso pude compartir contigo; ¿Recuerdas cómo nos conocimos? Uff algo quizá muy difuso,  nuevos vecinos, entre los que puede encontrar una niña de mi edad: la perfecta compañera de juegos y travesuras con la que puedo decir sin arrepentirme que he crecido y he aprendido. ¿Importa mi vida antes de eso? Quizá no ya que a la edad que te conocí andaba por ahí, buscando una identidad propia y aquí haré una pausa porque las letras ya me están pidiendo a gritos que diga algo: Tú sabes que siempre fuiste (Y eres) importante para mí y que en la busca de ese “yo” interior hice muchas cosas de las que me arrepiento pero lo peor que pude hacer fue fallarte y hacerte sentir mal, tú sabes cómo fue todos esos meses en los que ni yo mismo sabía por qué hacía o decía ciertas cosas. Porque la verdadera importancia de la amistad aparece cuando un amigo demuestra que le importamos y se preocupa por nosotros y nuestro bienestar y yo fallé en eso, jamás he sido bueno demostrando o verbalizando lo que siento, y quizá por eso te escribo esto en lugar de ir a tu casa y abrazarte y decirte que te quiero y que me perdones por un pasado que todavía duele aquí, en el alma. Las primeras letras que plasmé en una hoja fueron por y para ti. Ahí el gusto por escribir iba creciendo, la verdad es que no sé si de verdad sea bueno en esto, yo creo que no pero parece que a los demás si les gusta, me han publicado en algunos sitios y he ganado uno que otro concurso en la Universidad sin embargo he de confesarte que realmente escribo para unos pocos, técnicamente sólo para mí y a veces es triste no tener a alguien en quien realmente pueda confiar y tenga que escribir e inventar historias para darle un sentido a lo que siento.  Esta es la situación: Yo no te busqué, tampoco te vi venir y cada vez que miro hacia el pasado ni siquiera estoy seguro en que momento te convertiste en mi amiga. ¿Recuerdas todas esas mañanas en las que esperaba afuera de tu casa para viajar a la escuela? ¿Todas esas tardes de pláticas y música? ¿Los chistes, las bromas…las anécdotas? ¿Cuándo te lastimaste el brazo? ¿Cuándo te fuiste de Teziu a terminar la escuela y yo te extrañaba un montón y sólo podíamos comunicarnos con el ya inexistente msn? ¿Recuerdas que hicimos juntos el examen de ingreso a la prepa y que ese día compartimos un beso? Uno de mis secretos mejor guardados. Espero que si, porque yo aún recuerdo muchas cosas que compartimos.

A veces en mis peores días de universidad llegaba a un departamento completamente solo y en silencio, abría la ventana de mi cuarto de par en par, me tumbaba en la cama, cerraba los ojos y no sé cómo pero conseguía que el ruido del tráfico me sonara a mar y en mis pensamientos veía a todas esas personas importantes y revivía todos esos momentos y sensaciones que, de cierta manera, han marcado mi vida de una manera especial. Y en ocasiones me sentía simple, idiota, inútil. Me sentía con unas ganas infinitas de amar y recibir amor. Quise que todo fuera un sueño, despertar y empezar de nuevo en otra ciudad, en otro momento, con otro yo.
No quería que fuese así. Pero hay tantas cosas que nunca salen como querríamos. Tantas personas que tampoco. 

Vives en una orgía y extrañas masturbarte. Así eran varios días.


Me había vuelto desinteresadamente sombrío, perdí el ánimo y las gracias, y jamás pude domesticar el lado salvaje de las palabras porque sería como escribir sin sentimiento. La única apuesta que hice era un todo o nada. La gente me preguntaba: ¿Qué te pasa? y a mí me parecía tan sencillo que casi me cabreaba la redundancia de su pregunta. Que no soy feliz. Eso es lo que me pasa. 
Este disfraz alquilado que soy yo no traía consigo una sonrisa.


Y quizá era un poco normal, a esas alturas ya me enfrentaba a ciertas situaciones de una vida, al fin, más madura. Pero, ¿Qué era lo que me salvaba de eso? Precisamente el saber que hay personas tan importantes para mí. Tú eres una de ellas.

Escribo para no olvidar que hay deudas pendientes, y precipicios y gente que va y que viene con su roce de caricias y miradas mientras doblas una esquina de tu vida como si fuera una página que quisieras recordar.

El tiempo sigue, no distingo si hacia adelante o hacia atrás, encontré mucho más de lo que buscaba, el resto no importa: Me tengo a mi, tengo familia, tengo amigos y tengo a alguien como tú con la que comparto un pasado hermoso.


Quiero ofrecerte mi amistad para siempre, ahora mismo te propongo una renovación de votos de amistad… porque sé que en ti he encontrado una amiga de verdad, una de esas que tan solo se encuentran una vez en la vida y que sé que estará ahí suceda lo que suceda.
Gracias por seguir siendo mi amiga, incluso después de conocer mi personalidad tan extraña. Gracias por el amor. Por saber que he amado. Que todavía lo hago….Realmente ningún “gracias” podría describir lo agradecido que me siento de tener a una amiga como tú.





Te quiero mucho.





domingo, 10 de julio de 2016

AYER, CONVERSANDO CON UN ARREPENTIDO.



Ayer, conversando con un arrepentido me contó y lloró...


Habrá días en los que no podré contener la espina de mi mano y rozará la delicada piel del pecado. Habrá días en los que seré perdonado y litigar será un proceso en silencio y un momento de profunda paz. Emprenderé un camino por donde se me conduzca preso hasta una región más allá de la física. Entonces se volverá controversia desde el punto de vista ajeno, porque comparecer o no hacerlo, jamás será motivo de anuncio o de declaración de boca o voz alguna, sin embargo, se me verá caminar de regreso al sendero y callaran los labios y voltearan las miradas indignadas.  Se me acusará de desafuero, seré señalado por los mismos dedos de aquellas manos que me estrecharon felices. También existe un cabildo al que pertenezco, allí lidiamos contra la corrupción de nuestra carne y la mayor parte del tiempo ganamos las batallas debido, y gracias, a poderío especial.

Pero si un día no regreso y en su lugar me alejo más y más, entonces con justa razón me habré ganado el repudio de los que me señalan y corroen con sus lenguas. Cuando las gentes de las naciones me estrechen como uno de los suyos, entonces habré ganado el corazón de la tercera parte de la tierra e iré de un lugar a otro, siendo llevado a rastras y trasegado, impelido por el viento hostil de un mar embravecido que me llevará a los confines de la tierra mítica donde caeré por la orilla de ese apocalíptico fin del mundo. Seré devorado vivo con justa razón y nadie recordará mi nombre, no velarán mis restos, ni habrá polvo que quede de mí.

Por lo tanto, sigo caminando con espinas en los pies, trastabillando el dolor y sacudiéndolo de lo cotidiano. Queda pendiente la aclaración de por qué hablo ahora lo que había callado, y queda probado que no hay nada que me impida mejorar y corregir el rumbo, ni llevo a cuestas de mis culpas la negrura ni el pensar de una cognición acribillada de secretos. Por lo tanto, estoy tranquilo, tomo café en paz y a sorbos de suspiros, puedo mirar a los ojos con confianza a cualquiera que se ponga frente a mí. Sin embargo, voy con sigilo encaminando el pensamiento, porque así de fácil puedo pensar en sus cabellos enredados y en la luz atrapada en su pupila, y recordar su mirada que me petrifica la conciencia y fosiliza la razón que me vuelve humano. Entonces soy devorado vivo, no por nada, solo por su voz y su presencia.



Escrito por: Víctor López (@viktor_reader)

NO ME PIDAS SER TU AMIGO (LETRA)

Hoy buscas en mí un amigo que haga un poco por que alcances lo que anhelas,
un amigo sería yo si te apoyara contra todo lo demás.
A un amigo tu dicha le haría feliz, aunque esta te llevara lejos
y te fueras más allá de donde yo te habría podido acompañar.

No me pidas ser tu amigo porque hay cosas en mí que este día no entiendo,
por ejemplo: que no puedo ser ese alguien que piensa en la comprensión,
y esta solo me daría tranquilidad si a la vez tú me comprendieras,
esta tarde que me hace abrazarte fuerte cuando me dices adiós.

Un amigo te diría que todo marcha mientras se muerde los labios
y por ti no extrañaría cada fin de año los días que no volverás.
Un amigo dejaría de hablar de cosas que sabe que te harán falta
para hablarte de lo que hay más adelante, aunque yo me quede atrás.

Sé que siempre fiel contigo me tuviste a cada instante de tu vida,
alguien que lo daba todo sin pedirte ni siquiera la verdad.
Siempre tuviste este cómplice que vino sin que le necesitaras,
porque concebía el mundo desde tus ojos, y ellos me querían mirar.

No me pidas ser tu amigo cuando me dejas saber que ya te marchas,
no soy tan civilizado para comprender sabiendo que te vas.
Para ti seré aquel que hoy lo pierde todo porque no supo escucharte,
que para mí solo seré un extraño en paz que nunca te dejó de amar,

que para mí solo seré un extraño en paz que nunca te dejó de amar…

AUTOR: Fernando Delgadillo

lunes, 27 de junio de 2016

Querida Mejor Amiga...







Acaba de terminar una etapa...Todo un sinfín de momentos que, sin duda, han marcado un antes y un después en tu vida.

Al fin y al cabo, ¿no dicen eso de que la universidad es la mejor etapa de nuestras vidas? Bueno, tampoco pienses que no habrá mejores momentos.




Has pasado unos largos cuatro años en los que has compartido grandes momentos con otras personas; incluso en ese tiempo nuestra amistad se consolidó, y hablando de años...Han pasado muchos años ya desde que entraste a mi vida. Entonces fuiste una de las personas más influyentes de mi vida y ese influjo permanece. Por eso hoy quería regalarte esta carta de recuerdo o de agradecimiento, lo que prefieras. Es de recuerdo porque tu figura no ha desaparecido de mi vida. Y es de agradecimiento porque aún llevo conmigo todos tus consejos y regaños.
Pienso en todo lo que hemos compartido y en que dedicamos mucho tiempo hablando de lo que hay a nuestro alrededor: pareja, familia, trabajo, gente, y nos sabemos de memoria todo lo que nos estresa y saca de quicio, has sido la única persona que ha logrado sacarme todos los secretos. Por más que me resista, contigo no hay manera de hacer como que no pasa nada. No tengo necesidad de ocultar ninguna lágrima o carcajada por el motivo más idiota. Hasta ahora me doy cuenta que la verdadera razón de nuestra amistad es que somos demasiado buenos soportándonos, cosa que difícilmente hacen otras personas por más que nos amen. Eres la otra parte de mi alma, porque me conoces y me adivinas en segundos. Sabes qué hacer conmigo cuando ni siquiera yo lo sé, y nunca me dices lo que quiero escuchar. puedo vivir a kilómetros de ti y saber cuando estás molesta, triste o muy feliz.




Quiero agradecerte por tantas cosas, Pero lo que más te agradezco es la confianza que depositaste en mí. Esa confianza me ha servido durante toda la vida para no caer, para seguir intentándolo. En los momentos de duda, en los tiempos en los que todo iba mal, cuando estaba a punto de tirar la toalla, siempre recordaba tu voz diciendo: tú puedes.



Gracias también por permitirme ser partícipe de tus momentos alegres. Gracias, de verdad por tanto.




Te amo.



                                -Manu





lunes, 13 de junio de 2016

Café con Música.

Que triste es ya la vida, se los digo yo que ya me asomé al abismo de la felicidad,donde las peores profecías se cumplen en el paisaje de esa ventana abierta a mitad de la noche.

Que triste es ya la vida detrás de esta infancia reprimida por algo que no soy, algo que estuvo y se fue entre las primeras tazas de café con música. 

Que triste es ya la vida que no vivo, la que recuerdo, la que quizá jamás tuve. 

Es ya triste la vida en el recuerdo de ayeres caducos, de cansancio de risas. Triste cuando saltábamos charcos como si fuera el atlántico para después abrazarnos en el vaivén de los amores primeros y así sumergirme en el mar de tus besos tiernos mientras acariciaba tu cabello mojado por la lluvia...triste.

Pequeñas cosas que me regala la vida, tristezas acechando mi puerta esperando a que me vista de gris, me ponga los audífonos y espere el lento y delicado susurro del reloj por las noches gritando más tiempo o quizá más noches o sólo tal vez, un poco más de paz y tardes de otoño. 

Que triste es ya la tarde cuando empiezo a echar de menos lo que nunca he tenido, lo que ni siquiera sé si existe. Estoy hecho un lío, como siempre, como ahora que es triste ya la vida de rutina y no de vicio.

¿Recuerdan que de niños volvíamos siempre con heridas pero aún así seguíamos jugando y haciendo travesuras? ...Creo que no aprendimos nada de eso. 







Escrito Por:

Luis Manuel "Manu" Fernández
@IronManuMK17

miércoles, 1 de junio de 2016

DESPUÉS DE LA CASTRACIÓN: EL DELIRIO


Nota: La presente historia es una línea alterna entre los cuentos «Delirio de castración» y «La gran C» que puedes encontrar en este mismo blog.


[…] Tomó el cúter que estaba en mi escritorio y el muy cabrón que se corta la verga, debiste verlo… de hecho, qué bueno que no lo viste, me dejó bien perturbado. Todo fue muy rápido, nadie vio nada, sólo estábamos presentes los guardias de seguridad y yo. Se chingó a Campos, no mames, estaba a punto de jubilarse; me cuesta creer que eso paso hace un par de horas y me pesa saber lo que sigue: procesos de entrevistas con los ministeriales, investigaciones, juicios, notas periodísticas, multas, se viene todo un desmadrito y todo porque el muy pendejo no soportaba el peso del rol masculino dentro de la sociedad; ahora que trae un hoyo entre las piernas a ver si no le pesa el estigma del rol homosexual y se termina arrancando los pechos.

Aunque, hasta cierto punto, no eran las etiquetas sociales su verdadero problema, sino la reacción que éstas tenía en su individualidad; no recuerdo todo lo que dijo, pero pude entender que el deseo de la libido nublaba algún tipo de inspiración, pero el puto deseo no tiene nada que ver con lo social ¿o sí? digo es algo que le compete más a la biología; de no ser así ¿Quién o qué construye nuestras pasiones?... también mencionó algo sobre la búsqueda del amor y como la máxima felicidad es encontrar a una persona especial, por otro lado si dejamos que nuestra vida se moldee a partir de tratar de ser “Dioses folladores” cómo es posible encontrar a “la persona indicada”, eso es una contradicción ¿no? nunca podríamos encontrar a una persona indicada porque el primer filtro de búsqueda sería a partir de nuestros instintos sexuales, es como una puta broma; por una parte nos venden la idea de “La media naranja” y por otra nos dictan que un verdadero hombre debe actuar como un “conquistador” y poseer todo lo que esté a su alcance, tierras, prestigio, poder, mujeres. Pareciera que la vida se ha encargado de dictarnos cuales son los mejores placeres y después sacar una serie de reglas para prohibirlos. En un mundo que piensa que lo más importante es crear, producir y vender, el amar no es una imposición bobalina creada por los programas juveniles para vender playeras con los rostros estampados de alguna estrella momentánea; en un mundo como éste, amar es una forma de resistencia, reír es una forma de resistencia, gritar es una forma de resistencia, llorar es una forma de resistir. Dime tú, cuándo fue la última vez que amaste de verdad, que gritaste sin tapujos o lloraste sin vergüenza, que hiciste lo que te pego en gana sin recibir algún tipo de reprenda, ya sea por parte de otra persona o del consciente mismo. Yo te lo diré, nunca lo has hecho porque no somos más que marionetas tratando de sobrevivir en una jungla de la cual somos el animal más débil, somos la mosca que sigue golpeándose contra el cristal cada que trata de salir ¿A quién deberíamos culpar de todas las bajedades a las que nos impulsan? ¿A quién debemos culpar de convertirnos en máquinas dispuestas a obedecer sin que se nos permita cuestionar el proceso? ¿A quién debemos culpar de la castración de un hombre que no pedía más que un espacio sin que lo estuvieran chingado? ¡Dime! ¡contéstame, tú eres el psicólogo del hospital! El experto detrás de las grandes incógnitas del pensamiento ¿Es una mala broma la vida o no lo es?  ¡Carajo!

El doctor palmea fuertemente el escritorio que está frente a él, al mismo tiempo da un manotazo a todos los objetos y toma el cúter que encuentra entre el papeleo; lo coloca sobre su cuello mientras, con un bosquejo de sonrisa entre sus labios temblorosos, mira al psicólogo que se encuentra impávido.

Sabes una cosa, ese cabrón sin paquete, tiene toda la razón, aunque pienso que se cortó la cabeza equivocada…  ¿Por qué habría de existir? Se pregunta mi Yo con escéptica repulsión.

El doctor entierra el cúter en la carótida y avanza el corte hasta la mitad del cuello; su cuerpo se desvanece antes de poder cortar completamente la cabeza, el consultorio es un lienzo sanguinolento y el psicólogo, aterrado , se ha convertido en algo que asemeja a un fantasma.

Muy buenas noches (…) nos encontramos fuera del hospital (…) en donde un suceso impresionante se suscitó (…)la policía ha ocultado toda la información hasta el momento, pero algunas fuentes afirman que el Doctor (…) ha cometido suicidio mientras se encontraba en terapia, la cual le fue proporcionada luego de haber presenciado uno de los actos más confusos e inquietantes de los últimos (…)  el comandante (…) asegura que habrá una rueda de prensa dentro de algunas horas. Seguiremos pendientes a esta trágica historia. Volvemos contigo (…).






Escrito Por:      Dassir    (@grafemas)
Autor del retrato: Alejando Fuentes.