sábado, 13 de diciembre de 2014

Destierro.




¡Hey tú! ¡Sí, el que está leyendo!... Si no estás listo para que te hablen de soledad y verdad, si no te gusta leer historias largas y melancólicas es mejor que pares ahora, dejes de leer y te vayas a la mierda.



Si sigues leyendo esto entonces Bienvenido, y como dijo aquel escritor que no debí leer jamás en mi puta vida: “Voy a dejar constancia de este amor en un buen poema. Remangaros las faldas, Señoras mías, vamos a atravesar el infierno”



¿Qué será más inútil? ¿La esperanza o las palabras? Duda masticada ya en varias noches de insomnio que he tomado la decisión de dejar al lector que él decida. Tomé la decisión gracias a un aparato que todos nosotros tenemos con el cuál pensamos que pensamos; Cerebro le dicen.



Desde secundaria me ha gustado escribir, pero llegué a un punto donde pude darme cuenta que en realidad escribo para mí, para dejar escapar toda la mierda que agobia mi vida y que apenas me deja respirar, ¿Por qué digo esto? Bueno, tal vez eres de esos lectores que siempre buscan entre líneas y quieren que la historia se enlace en su vida, que les cuente algo, que les diga lo que ellos siempre han querido escuchar mientras asientan estúpidamente con la cabeza mientras beben un café barato. Si eres de esos, es simplemente por las preguntas que hice al principio. Ahora sonríe, piensa que lo comprendes, asienta con la cabeza, bebe tu café y recomienda esto a las personas que van a entender menos que tú.



Pues bien, cuando supe mi inesperado gusto por escribir y después de dos poemas me di cuenta que en realidad toda mi vida había querido ser ingeniero. Pensé que lo mejor sería salir corriendo, dejar a las malditas letras en paz y tiempo después, ya que estaba enamorado de ellas, me agobian pensamientos como ¿Me extrañarán? ¿Tendrán alguna duda sobre trigonometría o cálculo? ¿Estarán bien en ese cajón? Y entonces yo quería ser ese Testimonio que da el Homo Creator de la sólida construcción y elegante acabado del Deus Creatus. Forma popular de la abyección que contiene un elemento de orgullo….Adorarlas, si eso, yo quería adorarlas.



Siempre tuve la idea de que uno está triste porque afuera todo es hermoso. Los queridos amigos tan desconocidos ayer y mañana, la gente que no era más que una nimia incidencia en el lugar y en el momento, tantas tardes de profundos pensamientos y de bajar, bajar solo, salir a la calle, salir solo, hasta la esquina, la esquina sola, mi café preferido de mi ciudad “Café-Galería el Santuario” y el café solo, sentarse en una banca donde sólo se podía estar solo. Y quizá a partir de ese momento empecé a encontrarme (¿O a buscarme?)



Y sólo lo pensaba, desde secundaria me había jurado a mí mismo no volver a escribir nada, y aquí sigo, 5to semestre de la carrera y me empeño en encontrar algo entre las líneas que escribo, la esperanza de un espejo literario que me haga feliz….o rico. Y hay días en los que no puedo dejar de pensar en todo eso que me impide pensar... “parámetros consecuentes... es esencial superar... recuperación de beneficios... índices operacionales... lo que ofrece una prueba...Es solo un prototipo…la logística utilizada…Toyota…y en consecuencia los árboles de mínima expansión…con la teoría de decisiones…propiedad markoviana…” No sé lo que ocurre aquí. Todos Parecen hablar en un idioma extraño que aprendí y apenas recuerdo. Palabras, palabras y más palabras mientras garabateo algo en mis hojas de apuntes y ya no pienso, no quiero, prefiero dejarme llevar…es una batalla perdida contra el subconsciente y cuando empiezo la marcha: ¡Fernández! ¿Podríamos utilizar cadenas de markov para estudiar el modelo de producción Toyota?



Y yo contesto de forma automática, sin importar si estoy en lo correcto…Todos notan que estaba distraído, que mi presencia era solo en cuerpo y no en mente…Explico algo sobre principios de Flujo, Tracción y Cadencia del Lean Manufacturing, hablo del just in time, heijunja, jidoka, genchi genbutsu, hansei y kaisen. Ahora todos me miran de otra forma, estoy hablando su idioma, demuestro que no solo son palabras sino que lo llevo a otro plano y sin embargo no dejo de pensar en qué mierda voy a publicar este sábado.



La inge me felicita, toma mis hojas y las ve de una manera extraña, pone su firma y un +3 en nota definitiva. Sólo es demasiado tarde cuando las cosas son definitivas -Pienso- . Pero en el fondo sé que todo es falso, que estoy ya lejos de lo que acaba de ocurrirme.

 Ahora que escribo está un tipo al piano, llamado “Chilly Gonzales” interpretando una hermosa versión de “Something about us” de Daft Punk, la lluvia pegando contra mi ventana, el olor a cigarrillos, en fin, literatura. Ninguna Amiga mía se ha suicidado hasta ahora, aunque mi orgullo sangre al decirlo. De manera que si consigo suficiente heroísmo para dejar de escribir esta noche o mañana, aquí no ha pasado nada, y si lo consigo, que no creo, me prometeré una cosa: Acordarme de ellas a cada instante, a último momento para que sea todavía más amargo. Recordarlas en ese cafecito triste en el que se está tan bien, llorar cara a cara con aquel que quiera escucharme, pero llorar y no ser ese hipo barato que se aprende en el cine. (Cortázar)
¿Qué es tan atractivo de la convivencia que todos quieren hablar y saber de algo? Cierto día, unos compañeros estaban platicando en uno de los jardines sobre fábricas, política y producción. Yo estaba recargado en el tronco de un árbol escribiendo un pequeño “Prototipo” (¡Mierda!) de poema. Cuando escuché lo estúpida que era esa plática busqué mis audífonos y no los encontré; ¡Puta madre! Me dije a mi mismo mientras rayaba casi la mitad del poema. Tuve que escuchar a esos grandísimos pendejos que seguro terminaran de subordinados. Estaba tan centrado en lo mío que una compañera tuvo que repetir mi nombre dos veces, ella me preguntó mi opinión y dije: A pesar de lo que piensen los políticos, o mejor dicho, lo que dicen que piensan, lo cierto es que lo de la falta de empleo es algo que no se tiene en cuenta a la hora de abrir o cerrar una fábrica. Así que lo que habría que preguntarse es para qué se construyó la fábrica. Evidentemente, para producir y ganar dinero. ¿A quién le importa un obrero que apenas tiene la primaria terminada? A nadie…Sonreí y seguí escribiendo. Por un momento, me sentí satisfecho. Sin embargo, la sensación duró poco; no sé por qué me daba que había algo que no encajaba. .. Si el objetivo fuese el de producir eficientemente un bien para ganar dinero…. ¿cómo es que la Volkswagen dejó de fabricar el escarabajo?

 Me acuerdo, con una nitidez fuera del tiempo, de los cafés de mi ciudad en que por unas horas conseguía librarme de la familia y las obligaciones, entraba en un territorio de humo y confianza conmigo y los amigos, accedíamos a algo que nos confortaba en lo precario, algo que nos prometía una especie de inmortalidad. La calle, después, era como una expulsión, siempre. A casa que es tarde, al examen de mañana, a la chica que nos gustaba, que se peinaba de una manera tan bonita o qué vivía lejos y que jamás nos haría caso. No hay remedio.

A veces se apodera de mí la necesidad de alzar un muro por la independencia con una frase a modo de esquela que solo diga: No necesitas a nadie.... Qué bien se siente verse a uno mismo creyéndose sus propias mentiras, ¿no?

 Tal vez no sean las mentiras, sino las verdades que me callo, mis malditas pistas entre lo que escribo de asesino en serio, y entonces empiezo a desempolvar el cartel que dice “Estoy bien, cerrado por vacaciones” como si a alguien le importara o como si alguien fuera lo suficientemente valiente como para llegar a leer hasta este punto. ¿De quién es la culpa?, ¿De quién no tira el penalti o de quién lo falla?

¿A cuántos amaneceres estoy de ti, felicidad? Le pregunto todas las mañanas a mis ojeras. Nunca me responden. Hasta qué punto yo y hasta qué puta la vida si no tengo nada que decir en lo que escribo.

 Hubo un tiempo en que solía mandar pequeños mensajitos de amor a aquella chica que me gustaba. Algo en plan de: “He visto como el amanecer de tus ojos entraba por mi ventana y me he asomado a la calle a ver si pasabas. Y de paso mirarte el culo.” Lo sé, a veces uno nace siendo un romántico de primera y no hay nada que hacer.

Les pido perdón por la soledad, es elegida. No tanto como una elección sino más bien como un pacto, algo que implica y concede, un pozo de ambición y tristeza que trato de no mostrar en el día a día, ni en el paso a paso, ni en el toco a fondo. La sonrisa no es fingida, ni la resignación impuesta.

 ¿Cuándo me quitaré esa estúpida forma de escribir por párrafos? Se está cerrando el año y es como cerrar bares sin que te echen y volver sólo a casa. Sigo sin saber qué escribir cuando no te escribo a ti. Y el frío con el que juego a no olvidarte se ríe en mi puta cara. ¿Qué mierda estoy escribiendo? (Ctrl+e y después suprimir) No sé, no sé, quizá solo estoy intentando dejar que la mente y las palabras divaguen, tal vez enserio no sé escribir de otra cosa que no sea el desamor, o quizá soy muy malo para escribir. Y de verdad, no sé en qué momento dejé de escribir sobre felicidad solo para seguir hundiéndome entre la soledad y la tristeza, entre lo que me gusta llamar error para no confundirlo con cobardía. Uno va perdiendo la capacidad de asombro ante todo y cuando pienso en  eso recuerdo que empecé leyendo a Cortázar y a Benedetti en un pequeño café y termino solo en un departamento, estudiando ingeniería industrial, sin amigos, sin amor y leyendo a Jack Kerouac y a Allen Ginsberg bajo los efectos de la marihuana. ¿Dónde fue que todo se acabó? Supongo que fue en algún lugar de mis lágrimas donde alguien me hizo reír… a mí, que solo sabía llorar.

 Hoy vi como salía el sol y se metía por mi ventana. Contemplaba el mundo, la evolución, el equilibro de fuerzas, a la vecina masturbándose. No encontré a Dios por ningún lado, Dios es el gran acrónimo sin sentido, el camino más corto a ninguna parte. Ya saben, el verdadero truco está en seguir creyendo en la magia.
Hay personas que solo aman lo que pueden destruir y otras construyen a partir de lo que odian, a mi táchenme de lo segundo. Ese es el trato de mi irreverencia; inclinarme a besar mis pecados y arrodillarme en el suelo donde he caído para después levantar un castillo de mentiras y lágrimas.

Un mensaje lo tengo guardado en el celular. Entre los borradores de versos que ya ni corrijo porque apenas escribo. Puede que lo apuntara pensando que se me había ocurrido un genial juego de palabras en mitad de alguna borrachera de esas en las que no te apetece sonreír. ¿A quién escribes? Preguntaban los amigos….A nadie, les contestaba. Pero era mentira. Tengo un mensaje sin destinatario escrito entre los borradores del teléfono que dice: Te echo de menos. Y el mensaje es para mí.


Dejé de escribir de amor para cubrirlo de asco, hice borrón y cuento nuevo en torno a mí para cambiarme la vida que había elegido por mi miedo al final feliz, a la alegría sostenida, a la necesidad del dolor, para sentirme a gusto con la justicia de las culpas, mis putas fieles, mis enemigas consejeras.

 Así que hoy, por escrito, me juro no volver a escribir hasta que tenga algo feliz que contar. No le temo al fuego, pero el dragón me da miedo. No tengo más que declarar…Esta mierda huele por sí misma.




Escrito Por: Luis Manuel "Manu" Fernández
@IronManuMK17
 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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