lunes, 10 de agosto de 2015

MARGOT

Estas palabras fueron escritas con una melodía en mente. Todo se desprende del nombre de una mujer a la que llamaré Margot. Ella y yo nos conocimos algún día olvidado de nuestras vidas, como tantos en los hilos de la existencia. Nunca hubo tensión entre los dos, jamás nos fijamos en la posibilidad de salir juntos, tal vez porque poco nos mirábamos a los ojos. Transcurrieron tres años sin interés romántico de ningún tipo, hasta que alguien nos embarró de una falsía que ya casi olvido, pero fue por el incendio que inició la lengua de una persona desconocida, hasta la fecha, y quizás inexistente. Nos hicimos novios y pude notar desde una perspectiva lejana, como quien observa la quietud de un lago y su hermosura desde un vehículo en movimiento, que la belleza no radica en la belleza, pero sí es ocupante de la juventud. Es fácil aceptar que era una buena mujer; actitud, aptitud, pensamiento, sentimiento, espíritu, valores morales, cívicos y éticos. Es lo que pude notar de reojo, porque al igual que el vehículo en movimiento, no permanecí mucho tiempo a su lado, para ser más específico, a los cuarenta y tres días ella se mudo de ciudad, fuera, lejos de este país.
Aquí están las palabras:


Te quise a mi manera, como nunca fue correcto,
con el miedo de perderte, con las ganas de estrecharte desde que te conocí.
Poco a poco fui perdiendo esas ganas que tenías de verme,
y tus besos para convencerme de que estabas junto a mí,
tal vez por la venganza que te ofrecí con mi actitud
y que te recompensaba con momentos que te daban un momento de quietud.
Pero no fue suficiente, consciente estoy de eso,
siempre supe que al momento que te fueras de mi lado era para no volver.
Hoy que tanto me haces falta solo escribo que te quiero
y por mas que soy sincero ya no puedo conseguir que creas en mis palabras
y tú con esas miradas que me derriten el alma.

Aunque sé que te fallé, sé que no guardas rencor,
si la vida se me escapa, como te dejé marchar, no sería tan grave error.
Con la fecha en que te fuiste, hace un año que no estás
y si el tiempo va volando, de igual forma mis palabras a ti siempre llegarán,
con recuerdos por delante, aunque sé que ya es muy tarde.
Aunque tú lejos te encuentres, yo te voy a recordar.



Para comprender la trama de esta historia hubiera sido necesario vivirla desde la cercanía de la amistad, por eso la voy a desmenuzar un poco, para darles una idea de lo sucedido. Alguien dijo que yo solo quería jugar con los sentimientos de Margot. ¿Cómo iba a ser posible eso si yo no me había fijado en ella? Es más, para ser sincero, ni me gustaba. Pero sí éramos amigos, por lo tanto le tuve que explicar que jamás había pensado en la idea de hablarle para provocar daño. Pero me fijé en la tristeza, la que se plantó en su cara disimulando indiferencia, la que me dijo que todo estaba bien. A partir de ese día comenzamos a vernos más seguido, a mirarnos a los ojos y de diferente forma. Un día me dijo que se marcharía y solo guardé silencio, escuchando sus razones totalmente ajenas a alguna culpa mía o compartida, entonces comprendí que hay veces que la gente simplemente se va. Los sentimientos comenzaron a entrecruzarse, la seguí queriendo, teniendo presente que al fin del próximo mes se iría. Pero al pensar en ese hecho aún no realizado, más ganas tenía de abrazarla. Quizás ella notó ese contraste en mí, y poco a poco, durante ese último mes, nuestras miradas cambiaron, volviendo a su estado natural, como antes de aquella calumnia. Admitió la tarde antes de irse, que se sentía cómoda y en quietud a mi lado; esos ratitos me ayudaron a verla y tiempo después a formarme un concepto de lo más admirable y lo que se debe no solo buscar, sino saber encontrar en una mujer. Siempre pensé que Margot me había aceptado con la idea de venganza en su cabeza, que ella jugaría primero conmigo antes de que yo siquiera lo pensara. Más sospechaba cuando pasaban varios días sin vernos, pero entonces razonaba que, si ese era su plan, jamás me hubiera dicho que se marcharía, llegado el momento solamente se hubiera ido sin dar explicaciones y dejándome sin expresar remordimiento. Esa duda siempre ha quedado en mi mente, persiste al igual que su recuerdo, solamente ella tenía la verdad, y se fue con ella.
Si Margot vive ha de tener cuarenta y dos años. Casada, lo más probable, feliz, de eso no estoy seguro, pero de cualquier manera hace mucho tiempo que eso dejó de ser asunto mío. Y solo por si gustan saber, sin tocan el circulo de “si” en la guitarra, y lo acompañan con la letra de lo que le escribí a Margot, les saldrá un sonido que se escucha como un recuerdo ajeno, un recuerdo mío y que justo ahora les acabo de contar.

La despedida no vale mencionarla, pues no tiene caso decirles que ninguno de los dos lloró



ESCRITO POR: Víctor López (viktor_reader)

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