“Mira la luz inmortal que nace todos los días bajo el
horizonte; y descubre ahí mi mirada amorosa”…
Se borra lo anterior, se escribe luego:
“Viejo lugar de callejuelas llenas de angustias ¿A
dónde fueron tus sollozos jamás escuchados?”
Ya inspiro alguna vez alguna poesía…
Abandono por un momento el teclado, poso mi mirada
sobre la nada. Siento que al final todo ha sido contado. ¿Por qué escribir?
¿Acaso será la penuria de sentir esa oquedad interna que no puede ser cubierta con
nada, pues el rio de emociones que emana es más fuerte y nos obliga a externar
aquello que guardamos?... Vuelvo la mirada, ni siquiera sé cuánto tiempo desgaste
viendo al vacío, pero puedo darme cuenta de que no he resuelto ni un carajo…
Quiero escribir, pero no sé qué. Tengo mil palabras
dando vueltas en mi cabeza y ninguna se atreve a deslizarse hacia el papel. ¡Lo
tengo! Contaré una historia sobre un crimen, que a su vez, contenga un amor de
verano y a un obsesivo padre (de moralidad alta) empedernido en conservar su estatus social; el cual se verá manchado por el homicidio que cometerá en contra
de su propia hija por accidente… pero que aburrido. Mejor una analogía de un
asesinato en el que cada palabra escrita sea una puñalada del lapicero a la
hoja de papel en blanco… No. Mejor una historia de amor, de un amor trágico, de
esos amores que siempre gustan porque nos acercan a los ojos aquello que se
encuentra lejos de nuestros labios. Los protagonistas deben ser un hombre y una
mujer que vivan en colonias separadas por su condición socioeconómica… tal vez
deban ser dos hombres, no, eso puede resultar muy ‘Choteado’; mejor dos mujeres
o quizá tres… pero cuanta pendejada ya he pensado y aún no he escrito nada.
Tal vez, digo, si la palabra me lo permite, deba
empezar por el nombre. Al fin y al cabo a muchos les funciona bautizar primero
su obra y después construirla. “Soneto de
una fragancia a medio respirar”, pero que tarugada, demasiado hípster.
Podría sonar arriesgado pero el título “¿Qué
son los espermas sino almas en pene?” siempre me ha parecido bueno para dar
inicio a una historia. Me gustaría saber qué pensarían las feministas si
leyeran un texto intitulado “hombres no
hablemos de la menstruación, eso es machista, la menstruación es suya” seguro
se cagan sobre mí… “Historia de un verso
jamás contado” ese podría ser, finalmente es algo que ni siquiera sé que
debe ser o cómo debe contarse, es más, ni siquiera hay verso…
Debo confesar que después de mucho batallar, tengo la
historia a contar; simplemente tuve que vaciar la mente; poner los ojos cual médium
y esperar a que un espíritu se poseyera de mí para garabatear el boceto de la
historia; sin embargo, al haber transcurrido varias horas y lograr concretizar
las ideas, volteé a redactar y me encontré con una sorpresa. Las letras se habían
sublevado y pusieron en estado de huelga a mi vieja máquina de escribir… hay
una frase plasmada en negritas sobre la hoja que está en el sujetapapel, que
dice: “Ni un tecleo más, letras unidas
en contra de la explotación textual” ...Creo que aquí termina mi historia…
Escrito por: Emir Dassaet Zarate Acevedo (@Dassir1)
Escrito por: Emir Dassaet Zarate Acevedo (@Dassir1)
¿Emir? ¿El sociólogo de la BUAP?
ResponderBorrarWuao! Admito estar sorprendida de tales pensamientos inconclusos compartidos. Pero qué es una buena historia sino el mero hecho de expresar lo que se le viene a uno en gana. =D