Cierro la puerta y comienza el
navío por la angustia soledad, descubro que es un encuentro conmigo mismo, con
el ardor de mis sueños y cenizas de leña verde cortadas hace 23 años.
Arreglo la cortina de la
ventana para evitar rayos de luz que puedan interrumpir el rito del sacrificio,
dos fortunas en coalición, una del
infierno mortal llena de caricias y placer inolvidable, más una de pureza
viviente y gracia contemplativa.
Enciendo el primer cebo del
axomiate e inhalo su fresco placer, después el cebo almixclado; comienzo a
sudar, termino con las jacarandas y el viaje comienza...
Me encuentro en la vida del
holocausto donde la comida y el agua nacen de la tierra, las bestias y los
hombres se rinden a mis pies, basta con imaginar el deseo, el mana comienza a
florecer, basta con acariciar mi cuerpo y el placer no se puede detener.
Despierto de inmediato, los
cebos se han terminado, las jacarandas son cenizas, solo quedan los tepalcates
y las ramas de encino.
Respiro, enciendo los encinos,
mi cuerpo se llena de luz, las paredes cambian de color, el piso desaparece, es
como la teoría del caos. Mi cuerpo explota y sólo queda mi espíritu, respiro nuevamente, me
lleno de plenitud y sabiduría. Ahora comprendo la incapacidad del amor, nada
duele, las acciones no dan vuelta en mi cerebro, llegan a mí los pensamientos
de todas las mentes y corazones impuros.
Estoy constituido por materia
que no es de este mundo, ni de otros, la actividad de vivir en mí no aplica,
tampoco se denomina existir, no soy luz ni oscuridad, soy inteligencia y
emoción, soy actividad y manjar, soy EF.
Escrito por: Psicólogo. Ramiro Tepox.
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