lunes, 18 de mayo de 2015

UNO MÁS

Después de muchos intentos fallidos, uno de los ángeles cercanos a Él sugirió:

- Señor, ¿acaso no sería mejor, en lugar de rehacer todo de nuevo y con una nueva creación a Tu imagen y semejanza a la cabeza, tomar a una de las anteriores y colocarla en el nuevo universo? Con la experiencia de la vida pasada tal vez obtendrá mejores resultados…

A Él dicha idea hubo de agradarle. Así pues, viajó entre dimensiones, tiempos, eventos, universos, Tierras. Recorrió Paraíso, Purgatorio e Infierno, buscando. Al fin encontró a una que satisfizo sus deseos y expectativas. En el Neutro, un lugar sin ser lugar, desconocido para todas las criaturas del espectro creacional divino, fue invocada tal creación y así se dirigió nuestro Señor a ella:

- Una vida humana has vivido. Posees los conocimientos, la sabiduría y la experiencia del hombre ordinario. Ni más ni menos. Te he seleccionado porque, al igual que este lugar, has aparecido neutro ante Mis ojos. Te otorgaré una segunda vida a partir de la flor de tu juventud y tendrás poder sobre todo ser viviente y objeto inerte que se halle sobre el nuevo cosmos que He preparado. Tú te encargarás de llevar este Ahora por el buen camino. Ese es mi deseo. Como parte del mismo consentiré que me pidas algo. Lo que sea que consideres útil para con la tarea que te He encomendado.

- ¿Lo que sea?

- Lo que sea. Sabiduría, riquezas y recursos, poder más allá de los límites humanos. También consentiré que elijas un compañero a quien consideres apropiado.

- Puedes quedártelo. – Dijo la creación – Prefiero pedirte dos cosas pero necesito que me asegures que, sin importar lo que pida, confiarás en que sé lo que hago.

- Así lo he dispuesto y para ello te He elegido.

- Primero, no será necesario un cosmos nuevo. Devuélveme a mi tiempo bajo las condiciones que has dispuesto para mí.

Así fue como la creación reapareció en su propio tiempo, en la cúspide de su civilización. Joven, jovial, vital. En la flor de su juventud. Se encontraba de pie en la acera, justo al frente de un camino atestado por el tráfico vehicular, rodeada de edificios y gente yendo de un lado a otro, inmersos en sus propias vidas. Contemplaba alrededor suyo, sonriendo al darse cuenta del lugar y momento en que se hallaba, notando el inicio de la lluvia, cuando escuchó la voz del Señor que le decía:

- Pídeme una cosa más.

Ella pidió.

- Me darás un cuerpo y una mente que aguanten la soledad a la perfección.

El Señor cumplió. Arqueó una ceja, pero cumplió. La joven respiró profundo, una sonrisa se dibujó en su rostro. Un hombre se acercó, paraguas en mano, y se ofreció a protegerla del agua. Ella se negó y comenzó a caminar, alejándose de él. Apenas había dado unos pasos cuando escuchó nuevamente:

- ¿Qué harás ahora?

- Vivir… otra vez.

- ¿Qué hay del plan que te encomendado?

- ¿Qué hay con él?

- Como creación mía que eres, es tu deber cumplir Mi voluntad.

- Mmm… ¿No se te ha ocurrido pensar que no soy tu creación? No soy más Tu creación que la creación de mis padres. Y ellos tampoco pueden tomar mucho crédito ahora. Tal vez al principio. Luego fue la vida misma la que me fue moldeando y por un tiempo fui creación suya. Ahora se me ha dado la oportunidad de ser mi propia creatriz. Como puedes ver he tomado esa oportunidad.

- Tuviste el bienestar de dos humanidades en tus manos y decidiste actuar de manera egoísta. ¿Por qué lo has hecho?

- Esa oportunidad también la tuve y te estoy muy agradecida por ello, de verdad, pero como yo veo las cosas, lo que me pides es, en esencia, que les quite la oportunidad de crearse a ellos mismos. Me pediste actuar como Tú. Me lo pediste sin pedírmelo. Y he decidido no arrebatarles eso…

No volvió a recibir respuesta.

- Mi Señor, ¿está Usted bien?- Preguntó el ángel a su lado. Había presenciado todo.

- Necesito un tiempo a solas…

- ¿Qué quiere que se haga con este cosmos?, ¿debería deshacerme de él?

- No, no… sólo… deja que siga su curso.

- A la orden.

El Señor se alejó entonces, tratando de ordenar en lo que el limitado entendimiento humano consideraría Su mente, tanto pensamientos como conjeturas dispersas de los eventos que acababan de acaecer. Concluyó, atropellada y apresuradamente, que los humanos, como hijos suyos, poseían también algo de divino en su naturaleza. Algo de dioses. Y de pronto se sintió cansado. Tan cansado como el día en que culminó su primera creación.

FIN


Escrito por: Jim Osvaldo Marín Acevedo ( @Capitanjms )




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