lunes, 16 de febrero de 2015

EL POZO DE LOS DESEO (Parte I)


I

Tomó el hacha y lo asesinó. El único habitante de la casa. Salió, entró a la siguiente, encontró a otro hombre y también lo mató. La noche era joven y el vecindario apenas y había sido auscultado en sus dos primeras viviendas. Salió otra vez a la calle desierta pero bien iluminada por las lámparas de noche y caminó hacia la siguiente casa. Entró a la oscura sala, iluminada con la luz del televisor. Frente a él, un sujeto descansaba reposado en el amplio sillón. Detrás de él, la mujer con el hacha. Se preparó y dejó caer sobre la calva cabeza el filo del arma. La sensación de penetración recorrió el mango de ésta y se posó, placentera, sobre las manos de la agresora, quien salía de nueva cuenta a la calle en busca de más víctimas. Mantuvo el ritmo hasta pasadas dos horas, momento en que, cansada, decidió que era momento de finalizar la faena.

- ¿Veredicto?

- ¡Corre excelente doktor! Los reclusos amarán el sistema.

- El mundo amará el sistema, linda.

- ¿Cree conveniente iniciar las pruebas en pacientes?

- Si, pero iremos gradualmente, como hemos planeado. Traiga al recluso 55425757.

- Me sorprende que pueda recordar tantos números doktor... Enseguida lo mando a traer... a ver... "Leo". Enseguida doktor.

- Gracias linda.

Luego de un rato, la señorita Eva retorna acompañada de dos guardias que custodian a un hombre. Leo.

- ¿Entiende lo que se solicita de usted, señor Leo?

- Sí.

- Muy bien. Imagino que la señorita Eva le ha dado ya las indicaciones pertinentes.

- Lo ha hecho ya, sí.

- Entonces tome asiento por favor.

Leo toma asiento en un sillón que pareciera estar confeccionado enteramente por cables y metales extraños. Sus muñecas y tobillos son sujetados por fríos y gruesos grilletes, acojinados en el interior para ser gentiles con la piel. Un aparatoso casco es colocado en su cabeza. El artefacto le cubre hasta el tabique de la nariz, sin llegar a cubrir ésta o la boca. Leo abre los ojos y sólo consigue ver oscuridad. Repentinamente, un intenso dolor punzante invade varios puntos en su cabeza. Los dolores profundizan en su cerebro y, pasado un momento, cesan. Ha sido como si lo taladraran. No se equivoca. Con las agujas perforantes ya hundidas en las circunvoluciones respectivas, la señorita Eva inicia la secuencia. Lo que Leo ve y hace es seguido por los dos espectadores a través de una pantalla. Asimismo, la experiencia es grabada.

Leo se encuentra ahora en un salón cúbico desproporcionadamente grande. Es blanco y las paredes son cuadrículas grandes también. Leo ve frente a él a una mujer gorda vestida con nada más que un camisón para dormir. Está atada a una silla vieja pero robusta. Ella lo ve, mas no grita ni parece reaccionar significativamente a su precaria situación. Leo se acerca a ella, quedando ambos cara a cara. La ve, la analiza y la estudia. La toca y en su ademán hay un dejo de incredulidad. Acerca una mano hacia su ojo con la finalidad de arrancárselo, pero él no es así, esa no es su clase de violencia. Mueve la cabeza, como quien niega las verduras que le saben mal. Se aleja de aquella mujer, que resulta ser su madre, y suelta un "quiero salir", muy decidido en la entonación.

- ¿Qué ocurrió?

- No pude.

- ¿Por qué?

- Porque ya la maté una vez. No es algo que me obsesione, el volver a matarla.

- Está bien. Gracias de todos modos.

Leo es escoltado fuera del recinto en la misma forma en que fuera ingresado. Las pruebas continúan así durante poco menos de una semana, hasta que ambos, Creatriz y Doktor, están completamente satisfechos.


II

- Queridos camaradas. Colaboradores. Autoridades respectivas y demás celebridades que engalanan este evento con su presencia, es para mí un placer y un privilegio presentar ante ustedes aquel que, sin duda, será conocido dentro de poco como "El invento del siglo." Una maravilla de la tecnología que vendrá a revolucionar desde sus mismos cimientos, todo el constructo-bio-psico-socio-cultural. Pero toda esta verborrea de sobra la conocen. Sin más preámbulo les presento...

...¡La pacificadora universal 5000!

Al terminar la frase, todas las cortinas que ocultaban las unidades conocidas como "pacificadoras" alrededor del salón de eventos, son elevadas, revelando cubículos completamente equipados y listos para ser utilizados. El distinguido y elegante público deja entonces sus copas y bocadillos en las mesas de donde los hubieran tomado y se dirigen hacia las máquinas, esperanzados en que el exceso de presentes no sea un impedimento para probar el nuevo prodigio. Son seleccionados de a un usuario por cabina y el resto espera alrededor mientras observa, atento, lo que sucede en la mente del elegido, a través de amplias pantallas. La variedad de crímenes cometidos y mostrados al público es casi igual a la de bocadillos que esa noche son servidos. Los meseros reparten comida y bebida mientras la audiencia se maravilla ante los robos, las estafas, las torturas, violaciones y asesinatos de que son testigos, siendo los tres últimos aquellos de mayor popularidad. Los que completan la experiencia y se reúnen con el resto de la gente, son recibidos entre aplausos, abrazos, felicitaciones y ovaciones. Están tan emocionados que apenas y pueden articular palabras que alcancen a describir lo monumental de lo que acaban de experimentar.

- Es como un sueño... ¡Un sueño hecho realidad te digo!

- ¡Tan fácil como pedir un deseo!

Los apodos no tardan en surgir. Algunos la llaman "máquina milagrosa"; otros, "lámpara de Aladdin" o "el genio de la botella." Finalmente, entre el barullo, se extiende y generaliza uno por encima de los otros:

"Pozo de deseos"


La noche es un éxito. Todos aquellos que han tenido la suerte de participar en "los pozos" duermen como nunca habían dormido en toda su vida. Aquellos con consorte, pareja o amante hacen el amor con salvajía antes de ir a la cama. Duermen con una sonrisa en la cara. Esa noche, nadie tiene pesadillas. 



FIN DE LA PRIMERA PARTE…


Escrito por: Jim Osvaldo Marín Acevedo (@CapitanJms)



No hay comentarios.:

Publicar un comentario