miércoles, 25 de febrero de 2015

EL OTRO AJUAR FUNERARIO.

Cuando me enteré de la noticia, la tristeza me dio un zarpazo en el pecho y me arrancó el corazón. Caminé impávida hacia las escaleras del tanatorio, al llegar, desplomé mi peso sobre las rodillas  y sollozé sin parar. Al cabo de unos minutos escuché uno pequeños pasos bajar la escalera lentamente y sentir que alguien me miraba con asombro.


-          ¡Pero mamá… tú estás muerta!
-          Tú también, mi niño.



Y nos abrazamos inconsolables.






Escrito por: Emir Dassaet (@Dxssir)




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