domingo, 26 de abril de 2015

LA CASA DE LA DISCORDIA



Ramírez:      -Lo primero que hice fue regalar la casa
Salas:           -Con eso te refieres a que la diste a un precio muy bajo.
Ramírez:      -No, la regalé a una persona que jamás había visto en mi vida y que necesitaba una casa.
Salas:           -¿Pero te has vuelto loco? La hubieras vendido,  con el dinero te comprabas otra y asunto arreglado.

Ramírez:      -Hubiera salido a razón de lo mismo, no seas tonto.  Lo que quería era deshacerme de cualquier objeto que entró en contacto con ella o que tuviera un recuerdo ligado, deseaba simplemente comenzar de nuevo después de su traición. Imagínate, si hubiera vendido la casa y comprado otra, no habría tenido sentido, pues viviría en una casa que compré con el dinero de la casa donde viví con ella los últimos diez años de mi vida. Sería dinero sucio.

Salas:           -Pues me la hubieras regalado a mí, bien me hubiera caído.
Ramírez:       -¿Cómo dices eso sin pensar? No podría ir a visitarte sin recordarla, si desde la entrada hasta el rincón más perdido de esa casa hay momentos agazapados que quiero olvidar. La solución más pronta seria jamás volver a verte, incluso con el simple hecho de saber que eres tú el dueño de esa casa, sería motivo suficiente para recordarla. Su recuerdo es como un aroma que nadie más puede percibir, tan solo yo, que se impregna en las cosas, en las personas, en todo lo que ella toca o alguna vez tocó.

Salas:           -¿Y tus muebles, los aparatos, la ropa?
Ramírez:      -Dejé todo, hasta a paulo.
Salas:           -¿Hasta el perro dejaste? Maldito afortunado el que se quedó con todo. No puedo creer lo que me estás diciendo.
Salas:           -¿Y qué dice Contreras?
Ramírez:      -No le he dicho nada
Salas:           -Pero si es tu mejor amigo, ¿por qué no le has dicho? De seguro porque te va a querer matar cuando lo sepa.
Ramírez:      -No, todo lo contrario... ¿Qué haces?
Salas:           -Voy a llamarlo, tiene que saber esto. Solo espero que no te arrepientas después de esta tontería que acabas de hacer.
Ramírez:      -¡Ja! ¿Tontería? ¿Cómo puedes llamarle tontería a una decisión que tú no tomaste? Es lo mejor que he hecho en mi vida.

Salas:            -¡No!, lo que pasa es que te deprimiste tanto porque ella te dejó, que te valió todo y decidiste hacer lo primero que se te ocurrió, sin pensar realmente en las consecuencias. Has de estar millonario para regalar casa así de fácil, si tardaste cuatro años en terminarla de construir, casi la mitad de tiempo que viviste con ella.

Ramírez:       -No es como tú dices, en realidad lo analicé bien. Ya no podía dormir en esa cama, ni comer en la mesa, simplemente ya no podía vivir en esa casa llena de basura de sus promesas, de porquería de sus caricias y besos. Era necesario salir.

Salas:           -¡Que… terco te has vuelto con esto de tu divorcio! Cuando llegue contreras veras que tengo razón y te dirá lo mismo que yo. Debes recuperar la casa a como dé lugar.

Ramírez:      -No lo haré y no creo que Contreras me diga que debo recuperar la casa.
Salas:           -Hablando del rey de Roma…
Contreras:    -¿Qué sucede? ¿Por qué la urgencia?
Salas:           -Siéntate y no pidas café, mejor un té de tila para relajarte. Pues resulta que aquí el señor, como no soportó el abandono de su mujer, decidió regalar la casa. No venderla ¡Regalarla!
Contreras:    -¿En serio?
Ramírez:       -Así es mi amigo
Contreras:    -Un poco drástica la decisión, pero si eso te dio alivio… ¡Qué mejor! Seguir viviendo allí no te hubiera llevado a nada bueno.
Ramírez:      -Era lo único que quería escuchar de un amigo. ¡Te lo agradezco!
Contreras:    -No te preocupes, puedes quedarte en mi casa el tiempo necesario.


Escrito por: Víctor López (@viktor_reader)

 
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