Voy a leerles un poco de mi vida, de lo que ya he escrito, y
voy a escribirles de lo que me falta por leer. Heredé una enfermedad que se ha
transmitido en mi familia de generación en generación, desde tiempos que ni
imagino. Pero en mi caso ha sido desde el 28 de julio de 1986, ese día se
notificó que yo era portador de esa anomalía. Desde ese instante he sufrido
demasiados cambios y deterioros en mí cuerpo y mente: Se me han ido agotando
las fuerzas y me duelen los pies por la noche, la vista me falla cada día más,
me cuesta respirar, me cuesta vivir, se me va plegando la piel, que es lo que
menos me importa, pero sobre todo, poco a poco voy muriendo. Esta enfermedad
provoca un conflicto entre mi raciocinio y mis sentimientos y esa lucha
permanente degrada mi cuerpo y mi
capacidad de pensamiento se ve mermada y por lo regular, por consecuencia de todo esto, he llegado a
dañar a personas; emocional, verbal y en una sola ocasión físicamente. Cuando reacciono después
de estos eventos erráticos ya es demasiado tarde. Siempre pido perdón, pero no
todos me han extendido su comprensión y algunos se justifican para no
perdonarme; llegan a odiarme, jamás me vuelven a dirigir la palabra y se alejan
de mí, dejando en mi corazón un sentimiento terrible de culpa, pues me siento
en ocasiones un homicida, un traidor. No saben que añaden más carga a mi desplome,
que no me dejan dormir con su indiferencia y su silencio. Con eso me dan a
entender que no he sufrido mucho, que no ha sido suficiente y que debo seguir
en ese estado de suplicio hasta que el último desdén de aire salga de mí nariz
y no quede aliento en mis pulmones, hasta que el ultimo recuerdo de mí se
consuma sobre el polvo como una gota de agua desperdiciada. Sin embargo me he
encontrado también con personas maravillosas que comprenden completamente mi
situación y me levantan con un abrazo, me reaniman y me confortan, aún después
de yo hacerles daño. Esas personas me construyen día a día y me dan el ejemplo
para no portarme inmisericorde y miserable con el otro modelo de personas que
no me perdonan, si no guardo rencor por quien guarda rencor para conmigo, es porque sigo
procurando ganarme el favor de ellos pues
no he alcanzado su perdón, pero lo seguiré buscando.
En momentos me pregunto qué tengo que hacer ¿De verdad
tendré que morir para que ellos estén a gusto? ¿Tengo que sacrificar mi vida y
volverme esclavo de alguien para saldar una deuda? También he llegado a pensar
que no dejo correr el pasado y me he enfrascado en él, cómo si alguien
cayera en el fango y en lugar de salir y
limpiarse se queda y se revuelca aún más. Pero he llegado a la conclusión que
no es así, pues el pasado es la teoría y el presente la práctica, eso deja como
resultado que la experiencia llega a ser el futuro. A decir verdad si no
aplicara lo aprendido en el pasado para evitar daños, todo el sistema de ensayo
y error se enfrascaría en un bucle y solo existiría el error ¿Y cuál sería la
experiencia? Toda enfermedad culmina con la muerte, de eso estoy seguro, pero
¿quién realmente tiene ganas de morir? Todos nacemos aferrados a la vida y el
corazón late con el deseo de ser eternos. Ese mismo deseo nos lleva a ser
perpetuos, y hay dos factores que nos identifican y nos hacen perdurar: “qué
tan bueno fuiste”, “qué tan malo hiciste”
El dinero, el poder, la apariencia y otras cosas, son etiquetas que se nos
cuelgan y clavan a otra etiqueta con nuestro seudónimo, con el cual nos
identificamos en este banal de
conjeturas.
No puedo seguir leyendo de cosas que ya no me atañe contar,
pues puede suceder que termine extraviado en un laberinto de tristezas y vidas
entrelazadas. Las tristezas para mí son futilidades, pues no son más que
pájaros que pasan volando por encima de mi cabeza pero que no dejo anidar en
ella, sin embargo una vida entrelazada con la mía es algo muy importante para
mí, pues es algo que me mantiene vivo y por lo tanto ha llegado a ser parte de
mi vida.
Quisiera escribirles demasiado de lo que me falta por leer,
pero en estos momentos la enfermedad misma me está reclamando fuerzas. Solo voy
a narrarles de reojo y en realidad son incertidumbres y suposiciones, son la mayoría imaginaciones
que despiertan, primero que nada, de la fe, el deseo y el anhelo de ser curado de este mal. Aunque menciono la
palabra “odio” y hago referencia a él en la mayoría de estas líneas, todo esto
es debido al amor, el amor que ha sido desplegado para conmigo y por lo tanto
me he visto en la imperiosa necesidad de desplegarlo en un ámbito más próximo a
lo que se me fue confiado y entregado. Si no fuera por tan magno sentimiento
nada sería posible. Ni el mundo giraría ni la flor brotaría en el campo, no
existiría nada, quizás ni vacío ni ausencia, ni luz ni oscuridad. Y si nada existiera qué necesidad habría entonces
de manifestar amor, sin razón. Dónde se iría el amor, dónde haría eclosión si
no existiera ningún reflejo donde mirarlo, ni dónde percibirlo.
Quizás solo así no existiría la imperfección, que es la enfermedad que me aqueja desde mi
concepción. Pero tampoco existiría en mi pecho la esperanza de ser curado y
perdonado, que es para lo que en verdad
procuro vivir.
ESCRITO POR: Víctor López (@viktor_reader)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario