domingo, 18 de enero de 2015

AMOR ERRÁTICO


Tus besos fueron falacias, argumentos que me vencían, me embaucaban, me arremetían con palabras disfrazadas de verdad. Eran tan sutiles, casi imperceptibles, convincentes y fundadas. Esos años en las sombras de tu vida formando una sonrisa en mi rostro. Astringentes tus caricias al contacto pero, aun en tu distancia y en mis recuerdos, eran todo para mí en aquellos tiempos. Como cordero en camino al degüello me tomabas de la mano, eras mi guía. Yo creía ser tu dueño. Mustias tus palabras en verdad, así salían de tu corazón aún cuando de tu boca, maquilladas como mariposas y reverberantes, derivaban y permanecían en mis oídos como súplicas que bogaban mi ternura y compasión por ti, ante tus errores que cubrías con manto de inocentes travesuras infantiles.

Sospeché mil veces de tus juegos huraños en las penumbras de las luces, no quise ver aquellos besos ajenos besando a los míos. Vi las caricias y las dejé en el anonimato de los recelos, me hice victimario y a ti la victima de mis agravios; de mis miradas sin antifaz, de mis besos no precedidos de palabras falsas. Solo una vez te contemplé a lo lejos y me consolé con lo difuso de la neblina, dos veces te vi de cerca y esquivé la mirada de la tuya para que no tuvieras que darme explicación en ese momento, para no incomodarte y soltaras razones emergentes que me dejaran vagando en la incertidumbre. ¡Te creí de todos modos! ¡Te perdoné! sin que tu rodilla se doblara, sin que tus manos se juntaran para implorar, no era culpa tuya, sabía que tu pupila solo se abría para mirarme, que tus placeres solo a mí me ceñían y me transbordaban hacia el nirvana. Pero da la casualidad que tu amor solo fue una leyenda representada con tal convicción que me aferré a tu forma de redactarlo, lo expresaste y atónito te escuché. Si no hubiera sido la muerte jamás me habría dado cuenta, pero necesitaba estar separado de ti y ahora estoy muerto.

Realzo mi futuro sin tus añagazas para privarme de mi vuelo. Poco me falta, por eso considero que he dejado de existir, para que no quede surco de mi paso por tu vida. Te he visto sonriente, suspendida del brazo de otro, y tratas con desaire mi recuerdo, lo reprochas con tu mirada. Con un próximo presente de su parte y un beso tuyo cultivado en la comisura de sus labios, me disiparé como sueño arrinconado al despertar. Coincido contigo que soy un recuerdo que mañana me volveré olvido. Hoy soy un forastero de tu vida que alguna vez rogó para que te quedaras, te quise anclar, te dije:

“solo fue un beso, no tienes por qué irte, solo fue un beso sin sentimiento, un beso insípido y tonto asido a una aventura perecedera,  no tienes por qué dejarme”. 

Tus designios los cultivaste desde nuestro primer beso y aunque te presenté ante mi Dios como mi esposa caí en la razón de que siempre fui tu amante. Por eso no me extraña que tu respuesta a mis instancias fuera: 

“un solo beso me bastó para fijarme que lo amo desde el momento en que dejé de amarte, aunque creo que jamás te amé, estaba confundida, no sabía lo que en verdad sentía”. 

Siempre tontas tus escapatorias, redundantes incluso tus pretextos. Pleonasmos llegaran a ser tus acciones, tu vida y tus amores. Hoy soy yo, mañana sera él. Reincidirás en tus veredas, tropezarás adrede con las mismas piedras refutando todo en la imperfección. Comenzaras el ciclo, hasta quedar arrugada y arrumbada como vestigios de un amor errático y seguirá tu corazón confundido y amaras por enésima  vez y las penas de un olvido atormentado llegaran a tus oídos como hoy las mías, mis palabras, te llegan. ¡Amor fuiste lo peor pero yo si te amé!

POR: Víctor López (@viktor_reader)








No hay comentarios.:

Publicar un comentario