martes, 13 de enero de 2015

MI ABUELO

“…Con los pies en el suelo apoyado de su bastón, de ropajes perturbadores al igual que su rostro y con tan terrible temperamento que supera el grosor de su vestimenta en sus 87 años de edad…”.

Es con estas palabras que mi sentido auditivo captaba ocasionalmente el sonar de voces ajenas al describir a quien años atrás, cuando solo una década había transcurrido desde que abrí los ojos a la vida, solía llamar “Mi abuelo”; y cuan triste me resulta el tener que presenciar en soledad su antigua entidad física acostada en una caja acolchonada y rodeado de flores y asientos vacíos.


antes de integrarse al edén, él nunca le brindó afecto a ningún individuo en general; ciertamente, había perdido todo rastro de ánimo en su interior y sus acciones solo ensalzaban la fama del egoísmo y enojo que lograban satisfacer su ansiedad por ver tristeza en el ambiente; mas a mí en ese periodo de mi vida nunca se me ocurrió justificante alguno para que mis vocablos formaran parte de todas esas cautelosas especulaciones que se enviaban de un lado a otro evadiendo gentilmente el oír del terco anciano. Es más que vital conocer el por qué de su odio a la gente y mi indiferencia hacia su personalidad para dar mayor coherencia a nuestras formas de pensar; mismas que por separado, serán descritas hasta unirse por sí solas...


La etapa juvenil de mi abuelo no fue la más triste de todas, contaba con un vasto número de lujos y bienes materiales en el sitio donde residía, pero su intelecto a esa edad era mucho más que el necesario para darle la capacidad a su intuición de no errar en ninguna ocasión en que ésta fuese empleada; y que se utilizó desde sus inicios para saber con términos refutables que solo le eran entregados esos tesoros con la finalidad de mantenerlo lejos de sus progenitores, quienes no tuvieron más remedio que contraer matrimonio pese a tradiciones familiares que involucraban dar a luz a la siguiente casta de su linaje, aun cuando solo intimaron en estado de ebriedad.

pasaron unos cuantos años más para saber el motivo de su casamiento, pues aunque era hábil descubriendo secretos, no era un prefijo erróneo de adivino; mas no había causa alguna para serlo, ya que tal evento le fue notificado a la edad de 18 años; durante los cuales siempre quiso formar algún tipo de amistad con sus compañeros de estudio, pero cada vez que lo intentaba no obtenía éxito alguno, dado que la envidia de todos, originada por su alto rango económico, cegaba la realidad que padecía todos los días. Luego de algunas décadas, había conseguido una enorme fortuna a raíz de sus conocimientos; y solo la compartía despreciadamente y por obligación con la mujer que eligieron sus padres para seguir con la misma tradición familiar; y a pesar de que si llegaran a apreciarse en un bajo nivel social; mi abuelo habia perdido la confianza en cualquier habitante del mundo desde que acabo sus estudios; forjando en sus ideales la idea gobernante de que en la vida no necesitas de otras personas para ser exitoso. sólo hacía falta nutrir la mente y saber en qué momento darle uso; por esto mismo, era muy inusual que le demostrara a su mujer algún tipo de afecto y que logró bastar para que entre ambos trajeran a mi padre a existir.


Dado que mi abuelo era igual de arrogante con quien fuera, mi padre también derramó algunas lágrimas a sus pies con tal de que éste al menos se dignará a nombrarlo "hijo" una sola vez en su vida, consiguiendo el mismo resultado que le dieron sus iguales en la preparatoria, y el divorcio de su fastidiada esposa quien se llevó la custodia del mismo sin importarle ni un poco las tradiciones; esto no produjo nada más que contento a sus bolsillos, pues desde hace algunos años ya sabía que un amante se involucraba entre su relación con ella, y por consecuencia había perdido todo tipo de interés debido a lo mismo.


Cuando mi progenitor alcanzo la suficiente madurez para tomar la decisión de enamorarse y formar una familia, mi abuelo tenía ya 77 años, en los que se enriqueció aún más en base a la variedad de negocios que había efectuado hasta la victoria con sus conocimientos en política, economía y psicología del pensamiento humano; pero en todo ese tiempo siempre busco la soledad aumentando el desprecio del mundo hacia él, al grado en que solo con verle el rostro llegasen a odiar  a su persona, incluyendo en esta lógica a su propio hijo.

Mi historia no es muy larga en comparación con la suya, mi padre casi no tenía tiempo para estar conmigo; él trabajaba en el ejército y solo podía verme en muy reducidos casos; mi madre había enfermado gravemente mientras conducía y a costa de eso sufrió un accidente que la dejo en un coma; para ese entonces yo ya tenía unos cinco años aproximadamente, y dadas las circunstancias, mi padre había regresado tan pronto le fue mencionado el incidente y consiguió el permiso de su regreso.

A diferencia de lo que muchos puedan pensar, yo no me sentía preocupado cuando me dijeron, a la hora de mi receso en el colegio, que mi madre choco con una pared en su vehículo por algo que no pude entender a esa edad, pero que se trataba de un aumento en la presión arterial debido al exceso de estrés que tenía por el irónico temor de preocuparse demás por tonterías; como en mi niñez desconocía el significado de tales frases tan complejas, sólo podía formular la hipótesis de que mi madre estaba durmiendo por mucho tiempo, motivo por el cual yo seguía tan feliz como habitualmente, mas estaría mintiendo si digo que mi padre no redujo su afecto y cariño que me daba en los días que volvía del ejército para verme.

No sabía con precisión que evento había desmotivado esa ternura en su persona; aunque me hacía algunas teorías como el que, por elhecho de verme todos los días, su emoción ya no era tan poderosa como antes, o bien que mi madre hiciera algo más que simplemente dormir; pero igual no me afectaba mucho porque yo siempre tuve amigos con quienes jugaba. Un día, una semana después de cumplir los 10 años, mi padre me dijo que iba a visitar a una persona que cuidaría de mí por unos cuantos años. Me espante un poco al escucharlo, pero de igual modo cuando vi la fotografía de su casa, me tranquilizo un poco el ver que no se parecía a la mansión embrujada que mi imaginación creo sin autorización. Yo desconocía por completo quien era el propietario de tan lujoso hogar, pero mi padre no; mostrando con sus manos algo ansiosas y sudadas al igual que su rostro cuán grande era su preocupación al ir a ese recinto; tal vez porque temía que este rechazara mi hospedaje, o porque sentía miedo de llevarme a donde una vez el vivió y sus sollozos esparció por su suelo; de cualquier modo, una vez que le pregunte a donde iría me respondió con algo de titubeo  -Conocerás a tu abuelito hijo-


 (Fin de la primera parte)



Escrito por: Brandon "Brand" Marín Acevedo. (@naboma2)




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